Si decía Borges que la historia del siglo XX no podría escribirse por exceso de información, supongo que la del siglo XXI nos conduciría directamente a un bloqueo. Hay exceso de información, que circula por muchos canales diferentes, y muchas veces no sabemos lo que es verdad y lo que se monta como bulo interesado. Otra forma de desinformar es a través de la saturación, se habla tanto y tan repetidamente de un asunto que acaba creando cansancio, y llega un momento en el que uno deja de prestar atención. Sospechamos que gobiernos y grandes corporaciones nos ocultan cosas, pero a veces no es así, sino que es tal la avalancha de datos, que nos causa estrés mental y es como si no dijeran nada. En otras ocasiones tenemos acceso a esos datos, que suelen ser exhaustivos, pero de nada nos vale porque luego vienen las interpretaciones. No somos físicos nucleares, economistas, sociólogos, biólogos, géologos y politólogos a la vez, para sacar una conclusión de una tabla de números sobre cualquier asunto importante. Al final, salen Fulano y Zutano, que son líderes de opinión reconocidos, y nos sumamos a su análisis. Pero eso tampoco es garantía de nada, porque la gente tiene su tempo, aunque no lo sepa, y así quien cree a Gabilondo desconfía de Anson, y al revés, además de que se duda de las valoraciones de voces diversas. El mismo hecho puede ser una maravilla o un desastre según quien lo diga y quien lo escuche. Como consecuencia, en una época en la que más medios existen para comunicarnos, cabe hacerse la pregunta de si en realidad sabemos, aunque sea de una manera aproximada, qué está pasando, y qué significa.
Un comentario en “¿Sabemos realmente lo que está pasando?”
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Creo que fue Giovanni Sartori el que dijo que los dos grandes problemas de la sociedad actual son la des-información, la difusión de información errónea, y la sub-información, la carencia de información sobre un tema.
Por eso llama la atención que un mismo tertuliano, de esos que suelen aparecer en televisión, sea capaz de opinar sobre casi todo.
El colmo de una situación como esta es la reciente publicación de un libro de uno de esos personajes televisivos del que dudamos seriamente que sepa escribir. Lo cual no ha impedido que el libro en cuestión se haya convertido en un superventas.
Los que tratamos de aporrear teclas con un mínimo de rigor y de coherencia no podemos dejar de sentirnos descorazonados ante noticias preocupantes como esta. Y así nos va.