–La verdad puede eclipsarse pero no extinguirse. Así que no me mienta, tarde o temprano se sabrá que no es usted un Brunetti auténtico. Se apellida usted Brunetti, sí, pero ¿es acaso de los Brunetti importadores? ¿De los Brunetti farmacéuticos? ¿ Del Brunetti canónigo? ¿De los banqueros?
-No.
-¿Nooo? ¡Entonces usted no es un Brunetti! Al menos no es un Brunetti con legitimidad. Es que hay Brunettis arrieros, estibadores, costureras, gente baja.
-Sepa usted que yo soy magistrado de la Audiencia.
-Sí, pero su padre fue panadero. No es usted uno de los nuestros, carece de sangre hidalda. Por lo tanto debo rechazar y rechazo su solicitud para ser miembro
del Club de los Próceres. Por cierto, ¿tiene hijos?
-Sí, un varón.
-Magnífico, dígale que puede pasar para hacerse socio.
-No creo que lo acepten. Además, regenta un bar de copas.
-Da igual a qué se dedique, por sus venas corre sangre de próceres.
-Vamos a ver: ¿Yo no puedo ser socio de su club y mi hijo sí?
-Eso es, usted es hijo de un panadero, pero él es hijo de un magistrado de la Audiencia. Así son las cosas.
-Extraña regla.
-Es que en el club no nos fiamos de quien no haya nacido entre sábanas de seda.
Un comentario en “Nacer entre sábanas de seda”
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Muy buen relato, me ha gustado. Yo tampoco me fiaria del que tiene sábanas de seda en sus colchones.