El 4 de agosto de 1578 es un punto de inflexión en la historia de Portugal, entonces una de las dos naciones más poderosas de Europa (la otra era España), que se repartieron las nuevas tierras de América, Africa y Asia en el Tratado de Tordesillas. Reinaba en Portugal el joven rey don Sebastián I, un iluminado de 24 años, fanatizado por el catolicismo y que soñaba con emprender una nueva cruzada y conquistar para la cristiandad el norte de Africa, em poder del Islam. Trató de disuadirlo su tío, el rey Felipe II de España, pero él armó una flota gigantesca y se dirigó a la zona de Arcila, donde desembarcó. Los espías del sultán debieron dar buena información, y aquel poderoso ejército portugués fue destrozado en la llanura de Alcazarquivir en un día en el que la tierra ardía. En esa batalla dicen que murió el rey, y por intercesión de Felipe II el sultán entregó un cuerpo, que primero fue enterrado en la catedral de Ceuta y luego fue trasladado a Lisboa, donde continúa. Muchos se negaron a admitir la muerte del rey y la autenticidad de aquel cadáver, y de ahí surgió el sebastianismo, de manera que el pueblo portugués estuvo esperando el regreso de su rey hasta siglos después de esa fecha. Aun hoy, en algunas zonas de Brasil (entonces portugués), esperan la vuelta de don Sebastián. Hoy sería fácimente comprobable haciendo pruebas de ADN a los restos que están en la tumba del rey y a los de su madre. Aquel episodio cambió la historia de la Península Ibérica, y tirando de memorias legendarias e imaginación incluso puede estar involucrada Canarias. Esta historia es tan irracional como literaria (Pessoa no pudo sustraerse al sebastianismo), pero eso, claro, es asunto de poetas y novelistas, no de historiadores. Y fue un 4 de agosto de hace más de cuatro siglos.
Un comentario en “Sin noticias de don Sebastián”
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La batalla de Alcazarquivir fue una batalla que tuvo lugar el 4 de agosto de 1578, y enfrentó a las fuerzas portuguesas y a las de los pretendientes al trono de Marruecos.
Esta batalla fue trascendental para el reino de Portugal por muchos conceptos. Originó el mito del Sebastianismo, o la idea de que el romántico rey don Sebastián, fallecido en dicha batalla, había de volver algún día a regir la nación portuguesa; pero también lo fue para el reino de Marruecos, ya que también falleció su rey en dicha batalla.
Por ello, la figura de don Sebastián, rey de Portugal, quizá sea una de las más míticas de la historia de ese país.
Don Sebastián era hijo del príncipe Juan de Portugal y Juana de Austria y sucedió a su abuelo Juan III de Portugal en 1557, cuando contaba con tres años de edad. La regencia quedó a cargo de la reina viuda, doña Catalina, hasta 1562, y después el regente fue su tío, el cardenal don Enrique, hasta que en 1568 fue declarado mayor de edad.
Débil y enfermizo, don Sebastián fue influido desde pequeño por sus educadores jesuitas, que le imbuyeron un ferviente espíritu de cruzada y un gran fanatismo religioso.
Las Cortes habían estado altercando en varias ocasiones sobre la necesidad de intervenir en Marruecos y contrarrestar el aumento de la presencia militar otomana porque los turcos serían una amenaza contra la seguridad de las costas portuguesas, como ya lo eran en las españolas y otras cristianas en el Mediterráneo.
También para su comercio y colonias del Atlántico, desde Brasil a Guinea y otras islas al alcance desde Marruecos. Esta política no sólo había sido bien vista por la clase mercantil burguesa de Portugal, a la que apoyaron, para beneficiarse de los recursos del área (principalmente oro, ganado, cereales y azúcares), sino también por la nobleza. Hasta la fecha, las acciones militares portuguesas en África se habían limitado a algunas expediciones de castigos y razias.
Portugal había construido su vasto imperio marítimo desde Brasil a las Indias Orientales gracias a una certera combinación de comercio, exploración y recursos técnicos superiores. La conversión de los pobladores y vecinos sería un fin, pero no el ulterior motivo.
El rey don Sebastián se vio aconsejado a cambiar las estrategias.
La desaparición motivó la creación de un mito alrededor del rey, el llamado Sebastianismo, alrededor de las profecías de un tal Bandarra, surgiendo en diversas épocas personajes que se hacían pasar por don Sebastián.
Una de las más curiosas fue la protagonizada por un pastelero de Madrigal, que dio tema a la pieza dramática de José Zorrilla y a una novela histórica de Manuel Fernández y González.
Sacado de Wikipedia.
Felipe II se nombró Rey de Portugal con esos jaleos consaguineos que se traían los Austrias y los hacia más feos y con enfermedades entonces no conocidas, el se casó con Isabel de Portugal que no sé si en ese momento ya había muerto, era tan bella y se desfiguró tanto, que hizo decir aquel dicho no recuerdo ya a quién, que no serviría a nadie que no fuera a Dios y se hizo Monje porque todo se hacía y deshacía muy rápido en cuestiones reales.
La naturalidad local fue un freno a la construcción de un Estado-nación español.
Pero hubo nombramientos de castellanos eclesiásticos en Cataluña en el s. XVI, lo que dio lugar a argumentos como: comer el pan de nuestros hijos, beber la sangre de nuestros padres los perros de Castilla (menjar el pa de nostres fills, beure la sang de nostres pares los cans de Castella). 63(Fin de La Cta)
Como consecuencia, el Conde Duque de Olivares Gaspar Guzmán intenta llevar a cabo una serie de proyectos de homogeneización y centralización de todos los reinos hispánicos emulando el absolutismo monárquico predominante en la época. Su proyecto principal para alcanzar dicho objertivo será la Unión de Armas.Y aqui lo dejo (Fin de la Cta)