Nuestros antepasados, que se guiaban por las cabañuelas de agosto, la posición de Venus al atardecer de los veranos sobre determinadas montañas y finalmente por el almanaque Zaragozano, solían decir que el 2 de febrero era un día en el que podía saberse si llovería más en lo que quedaba de invierno. Unos se afianzaban a los ancestros del idioma y decían aquello de «Si para la Candelaria plora, el invierno viene ahora…» y otros lo actualizaban con «Si por la Candelaria llueve, el invierno atrás nos viene…» El caso es que ambas opciones sentenciaban luego que «Si para la Candelaria no ploró (llovió) el invierno se acabó».
Desconozco qué grado de acierto hay en esto, porque muy científico no parece, pero también es verdad que el ser humano ha ido acumulando sabidurías que en algunos casos acaba perdiéndose. Por esa cada 2 de febrero recuerdo este asunto, y la verdad es que no tengo la cuenta de si se ha cumplido o no en los años que he vivido. Hoy hace un día luminoso en algunas zonas, pero es posible que caigan tres gotas en cualquier parte de Las Islas, y entonces se cumpliría el anuncio, porque tampoco sabemos qué cantidad de gotas se considera lluvia. En todo caso, el 2 de febrero siempre es un anuncio de que la primavera está a punto de llegar, y también una ocasión para recordar las llegadas del Guiniguada, con hechuras de río caudaloso, a La capital de Gran Canaria, como la que se ve en las fotos que hice en el lluvioso febrero de 1980.
4 opiniones en “La Candelaria y la lluvia”
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¡Qué fotos, qué recuerdos, D. Emilio! Sí, me acuerdo de esas lluvias, mi memoria las tenía fechadas en el 31 de enero de 1980; el Guiniguada bajaba con un furioso y embarrado oleaje, y luego desaparecía bajo la autovía tiñendo la costa de lodo desde su desembocadura; han habido otras muchas ocasiones en que el lodo ha llegado al mar pero no he vuelto a ver semejante demostración de violencia, como cuando se desbordaba en tiempos de los puentes, de Piedra y de Palo. ¿Habrá sido definitivamente domesticada esa fiera?, ¿o estará esperando a su tiempo de retorno?
En cuanto al tema de su artículo, tales fechas son arcaicos hitos anuales del candelario que señalaban las estrategias y medidas que nuestros antepasados habían de tomar frente a las posibles adversidades del clima: sobre qué opciones tener en cuenta en cuanto a cultivos y prácticas ganaderas a partir de cada momento límite, sobre restricciones alimentarias y de materias primas, sobre decisiones a la hora de mantener el ganado en las siguientes estaciones, qué conservar, qué consumir… Era un profundo conocimiento (perdido en su mayoría, desechado y despreciado por la comodidad del progreso), que formaba parte del arte de la supervivencia que practicaban nuestros ancestros, siglos de experiencia transmitida de padres a hijos, inspirada por el drama del hambre. ¿Qué grado de acierto tenían?, nuestros antepasados no conocían la palabra la precisión, menos en el sentido estricto y cuantitativo con que la aplica la Ciencia, pero para ellos era suficiente una aproximación cualitativa: comer y beber.
Lo inevitable, sí creo que en aquellos viejos tratados no escritos de sabiduría y perspicacia humana había también mucho aditivo de ignorancia y superstición: genuina observación de condiciones, colores y transparencias de la atmósfera y los astros mezclada con insustancial astrología y con los ocurrentes frutos del temor y los prejuicios; aplicados cálculos temporales referenciados en el santoral; estadística y climatología intuitivas cruzadas con tiradas de dados (como el Zaragozano) y tradiciones mágico-numéricas (como las cabañuelas).
Hoy, en el Canarias7, aparece una noticia curiosa: Investigadores de Tenerife estudian la relación entre la marmota y el tiempo (parece una broma). Y es que la observación de la Naturaleza siempre es fuente de sorpresas. Quién no ha sido testigo alguna vez de las migraciones de hormigas ante la inminencia de una lluvia, o del florecimiento explosivo e inesperado de alguna especie vegetal (con varios meses por delante hasta la maduración de sus semillas); fenología es el nombre de la ciencia que estudia la relación entre los factores climáticos y los comportamientos y ciclos vitales de animales y plantas. La nuestra es una sociedad cimentada en la Ciencia y la Tecnología, y paradójicamente bastante ignorante en esos temas, dependemos de ellas con los ojos cerrados; es frecuente la burla hacia la capacidad nuestros antepasados para captar e interpretar los imperceptibles indicios del lenguaje secreto de la Naturaleza, tan vanos somos que hasta desconocemos el verdadero alcance de nuestra propia ignorancia.
Muy interesantes sus precisiones, como siempre. Gracias por enriquecer el blog con sus palabras.
Gracias a Usted, D. Emilio, por ofrecernos la posibilidad de opinar a quienes nos asomamos a esta bitácora suya.
Hace unos días salió en prensa la noticia de uno de esos estudios (de extravagancias y obviedades) de alguna universidad (de Liverpool, en este caso): “Leer a autores clásicos estimula la mente, y la poesía puede ser más beneficiosa en terapias que los libros de autoayuda.” A mí no me cabe la menor duda: la lectura alimenta el pensamiento… y la escritura lo fortalece; y Ud. es un aventajado en ambas actividades. Me gusta venir por aquí, porque respeto y admiro la solidez de su pensamiento, asimilo la mayoría de sus ideas y con frecuencia las uso para calibrar las mías, las uso para evaluar mis propias opiniones y dar firmeza a la estructura que las soporta.
Así que de cuando en cuando, aprovecho la incitación de sus palabras para dar arranque al placentero ejercicio de escribir sobre algo. Yo creo que la mayoría de las personas no son conscientes del beneficio de la escritura; el hecho de juntar palabras ayuda a tomar consciencia más profunda de la realidad, y de uno mismo, serena el bullicio que nos rodea, nos detiene a contemplar, nos hace más sensibles. Para mí es un privilegio visitarle de vez en cuando.
En cuanto a la precisión de mis palabras… me estoy acordando de una divertida frase de Sofía Mazagatos, una modelo que estaba en el “candelabro” de la actualidad hace unos veinte años. No sé si habrá sido porque era la festividad de la Candelaria, o porque, al parecer, las candelas son traicioneras, el caso es que más arriba no quería decir “…tales fechas son arcaicos hitos anuales del candelario…”, más bien del calendario. ¡Qué peligro!
Saludos.
Pues sigamos dialogando ya que tenemos este espacio. Muy agradecido. Saludos.