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Bárcenas y los euromillones


zzz26170082_n[1].jpgLa secuencia del proceso contra Bárcenas es muy parecido a la quiniela primitiva, la bonoloto y, en este caso, por lo del dinero en Suiza, a la del euromillón. Primero eran diez millones, luego se convirtieron en veintidós, ahora va por treinta y ocho y no podemos estar seguros de que el bote no siga acumulándose. En cada paso, en cada declaración, en cada exclusiva mediática aparecen nuevos millones y la cifra se va hinchando como la del sorteo del gordo de la primitiva. De vez en cuando, en la lotería real, hay un elegido de la fortuna y se lleva toda la recaudación de semanas e incluso meses, y vuelta a empezar, poniendo botes uno encima de otro; en el caso Bárcenas, uno tiene miedo de que un papel a destiempo, cualquier actuación que contraviene una ley de la que ya nadie se acordaba o un error estúpido hagan que ese dinero se volatilice y todo quede en nada, y así ni bote ni premio, ni millones. Con lo de Urdangarín ocurre algo parecido, e incluso con la trama Gürtel, van y vienen cifras, cobros ilegales, facturas extrañas y al final puede ocurrir que sea la palabra de uno contra la de otro, y nadie cobrará el premio (en este caso el castigo) porque no está claro que el boleto sea correcto. Y en este momento de crisis económica, resulta que vivimos la fanfarria indecente de esa lotería corrupta que no sabemos si finalmente se cobrará.

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Paradojas


zzzyFoto0557.JPGPara tener sentido de la realidad presente nada mejor que recordar la historia. Es una paradoja, como la mayoría de las grandes verdades, y una paradoja es simplemente una verdad que no lo aparenta. Andamos metidos en superficialidades que consumen horas y horas de radio y televisión y ríos de tinta en los periódicos y revistas; la actualidad es Bárcenas pero también el uso del sofisma como argumento, y ciegan a la gente con personajes secundarios que copan espacios que serían necesarios para construir. Y uno relee la historia, compara y se da cuenta de que estamos viviendo uno de los momentos más convulsos de los últimos decenios, hay acontecimientos embalsamados desde 1945 y otros incluso desde 1918 que se precipitan a velocidades de vértigo. Las viejas heridas cerradas en falso comienzan a supurar, desde Siria y Palestina hasta el centro del mundo desarrollado que está dando un gran paso atrás. Y en España no digamos. Hay muchas cosas que huelen a podrido, pero resulta que es Messi el que abre y cierra los telediarios. Y hay hechos que harán cambiar el curso de la historia aunque los medios se empeñen en marginarlos, porque sus consecuencias tendrán lugar en la realidad aunque se empeñen en hacernos ahora luz de gas. Y es que las paradojas (parajodas, que dijo Carlos Fuentes) son tozudas.

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Los pájaros contra las escopetas

zvDSCN4158.JPGEl momento actual recuerda mucho al poema del lobito bueno de José Agustín Goytisolo, en el que soñaba un mundo al revés. Seguramente el mundo siempre fue así, pero como las cosas no se sabían la gente acababa creyendo lo que los voceros decían, porque la inmensa mayoría de los españoles nunca vio ni en imagen a la mayor parte de sus reyes, y la abundancia de bustos de los emperadores romanos se debe a la necesidad de acercar su figura al pueblo. El colmo es que, cuando la gente sale a la calle en expresión democrática de su descontento, el poder no se sonroja cuando dice que esa gran manifestación equivale al golpe de estado del 23-F de 1981, y así, el segundo de a bordo de la Comunidad de Madrid dice literalmente en su Twiter: «Necesitamos democracia, no que hoy, como hace 32 años, los enemigos de las libertades tomen el Congreso y las calles». Traduzco que los enemigos de la libertades son el populacho jodido por los poderosos. Es que me lo cuentan y no me lo creo. Pero, claro, cuando se trata de confundir y afirman que menos trabajadores para el mismo trabajo es un aumento de la productividad, cuando un convicto y sentenciado por el asesinato de la niña Mari Luz pide el indulto al Gobierno, cuando hasta el Papa de Roma toma las de Villadiego porque no da abasto a apagar tantos fuegos vaticanos, el mayor dislate parece normal. A ver si los mayas tenían razón, y el mundo se está acabando, pero no con un bombazo, un meteorito o una tormenta solar, sino de pura maldad envuelta en el celofán de la demagogia. O lo que es lo mismo, los pájaros contra las escopetas. Todo al revés.
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(Obsérvese a los golpistas tomando también las calles de Las Palmas de Gran Canaria)