Los Reyes Magos
Los Reyes Magos vendrán y me temo que, como todos los años, habrán hecho un desigual reparto, aunque ellos no tienen la culpa de no haber podido llegar a todas partes, porque me imagino que a estas alturas de la Historia tendrán sus gobiernos, sus parlamentos y sus presupuestos en los países de los que son reyes, que no sabemos cuáles son, y ni siquiera estamos seguros de que sean reyes, sino más bien magos o sabios, como dicen Las Escrituras. Pero está claro que las desigualdades no se resuelven ni con monarquías ni con con magia ni con nada que salga de la mente de los hombres, y menos cómo se ha puesto la circulación. Imagínenese cómo será el asunto para los Magos de Oriente, que tienen que conformar a todo el mundo, si nosotros nos estresamos comprando las tres boberías que regalamos cada año, y siempre nos coge el toro. Bien es verdad que nosotros no somos profesionales del regalo y ellos sí, pero con los recortes de este tiempo y teniendo como vehículo unos viejos dromedarios desentrenados, más no se puede pedir. Como mucho que sean magos en vez de reyes, porque estos al menos sacan conejos de la chistera y los reyes piden más que dan.
La muerte del ex portero de la selección uruguaya Ladislao Mazurkiewicz hace que la nostalgia encuentre una rendija en la memoria del Mundial de México en 1970, que tan brillantemente ganó aquel mágico Brasil de Gerson, Jasirzinho, Tostao, Rivelino y cómo no O Rey Pelé. No habia televisión en directo en Canarias, y los partidos se veían al día siguiente (en blanco y negro, por supuesto). Aquel es el primer Mundial del que entendí el mecanismo de la competición, aunque antes supe del de Inglaterra y, ya en la nebulosa, del de Chile. El jugador más admirado por la muchachada era sin duda Pelé, aunque también tenían muchos seguidores los italianos Mazzola y Riva. Pero a pesar de tanto artista del balón con los pies, la memoria de ese Mundial es la de dos porteros: Lev Yashin y Ladislao Mazurkiewicz. El primero, porque se sabía que era su última gran competición, ya que el ruso se retiró en 1971, pero dejó clara su categoría hasta el punto de que fue elegido por la FIFA mejor guardameta del siglo XX. En México destacó Ladislao Mazurkiewicz, que fue designado mejor portero de ese Mundial, y era tan bueno que el legendario Yashin le regaló sus guantes y dijo entonces que era su sucesor, aunque para entonces el uruguayo ya había ganado alguna Copa de América. Al leer la noticia de su muerte, me he visto por un momento en aquellos años, y recuerdo lo orgullosos que estábamos porque, retirado Yashin, el mejor portero del mundo hablaba español. Eran tiempos en que nos conformábamos con poco, aunque en España nunca hemos andado mal de porteros (Zamora, Ramallets, Iríbar, Arconada, Casillas…)