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Amstrong, esa gran decepción

En la Grecia clásica, los deportistas debían ser un ejemplo para el pueblo, pues no solo eran los atletas más laureados, sino que servían como espejo en el que mirarse por sus virtudes humanas. Un atleta ganador debía ser considerado con los derrotados y exhibir un enorme respeto por el don que los dioses le habían confiado en su fuerza, su deztreza y su inteligencia. Desde que el deporte empezó a mezclarse con el dinero ya nada fue igual; tampoco cuando hace revoltijo con la política, y ejemplos de zzzzaPICTb0094.JPGesto hay en los Mundiales de Fútbol de Argentina y mucho más en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, que fueron un espaldarazo al nazismo. La gran figura de aquellos juegos, el atleta norteamericano Jessie Owens, fue una bofetada para Hitler, pues el dictador no esperó a la entrega de medallas porque un atleta negro había derrotado a los rubios arios que él consideraba superiores en todo. Ahora, el deporte de élite es un asunto multimillonario, se pagan fichas y sueldos irracionales y es un gran negocio. Al menos, los privilegiados deportistas que están en la cima deberían tener respeto por ese don, como los atletas griegos, porque deben ser un ejemplo para las nuevas generaciones. Se ha dicho siempre que los niños no aprenden, imitan, y los adolescentes también; mal ejemplo es la soberbia de Cristiano, la mala educación antideportiva de Messi, la marrullería de Mourinho, la imagen de parranda nocturna de Romario o Ronaldinho, la violencia verbal y fisica en la cancha que luego se airea en todas las televisiones. Pero de todo ello, lo peor es la corrupción, el dopaje, la trampa, y desde luego Lance Amstrong es justamente lo contrario de lo que se debe imitar. La gloria falsa de siete Tours es hoy una gran decepción. El deporte ha sido víctima de la egolaría y el dinero fácil. Qué pena.

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¿Quién es Maquiavelo?

zzSanti_di_Tito[1].jpgLo he dicho más de una vez, pero debo hacer notar que nuestro dirigentes han leído muy mal El Príncipe de Maquiavelo. Decía el autor florentino que el Príncipe (tradúzcase por dirigente) debe mostrar siempre un ánimo distinto al de sus allegados y que así se transmita al pueblo. Cuando todo el mundo está nervioso, el Príncipe se ha de mostrar sereno; si hay desánimo entre los suyos, él debe arengarlos con brío; si su gente está envalentonada, él ha de ser prudente y comedido. Y todo esto porque, al estar de ánimo distinto, todos piensan que él sabe lo que hay que hacer, y en esa confianza se suelen conseguir los objetivos. Está claro por lo tanto que no es que no hayan leído El Príncipe, es que ni siquiera saben qué significa liderar una sociedad, que encima los ha puesto al timón con sus votos. O sea, no saben siquiera quién fue Maquiavelo. El país se va al garete y ellos siguen con su guirigay productivo (para ellos), y hasta son capaces de fracturar una sociedad tan sólida como la catalana para huir hacia adelante acusando a los taimados y borbónicos tribunales a las órdenes de Madrid de una persecución personal. Su corrupción hace que arrastren al abismo a todo un pueblo. El noroeste de África se incendia con una situación muy complicada que puede salpicarnos, Cáritas no da abasto, el tejido económico está yerto, y ellos siguen con sus batallitas particulares. Pero no hay que preocuparse, alguien que pretenderá haber leído y entendido a Maquiavelo nos creará seguridad psicológica porque la gala del Carnaval va a presentarla Bustamante. Pobre Maquiavelo.

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Poeta con voz y sin ruido

zzz2013011511].JPGLuis Natera es uno de los grandes poetas de su generación, que seguramente nunca tuvo total conciencia del enorme valor de su poesía. Hombre discreto, silencioso y profundo, pasó por su tiempo sin ruido, pero con una voz atronadora en cada uno de sus poemas. Este enero frío nos trae la malísima nueva de su partida, y muchos serán ahora los que se darán cuenta de cuán necesaria es su palabra para llevar al hombre de la mano hacia sí mismo. Luis Natera puede hacer suya la frase que dice Silvio Rodríguez en una de sus canciones, «he dicho lo mío a tiempo y sonriente». La verdad es que aun estoy aturdido por la noticia y, aunque su recia obra merece una larguísima conversación, en este momento quiero recordar al ser humano, que además de alcanzar las más altas cimas de la poesía, consiguió ser lo máximo a lo que podemos aspirar la gente de bien: ser una buenísima persona. Por eso hoy es un día muy triste, no solo por la ausencia de uno de los nuestros, sino por simple egoísmo, pues no nos sobran grandes poetas y buenas personas. Ahora somos menos en este empeño de hacer un mundo más justo, pero tenemos que seguir adelante porque esa es también una manera de rendir respeto a este enorme poeta y mejor ser humano que se nos ha ido.