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Otro que habla de más

zzzzFoto0239.JPGComo ya es costumbre, siempre hay alguien que pierde una oportunidad para callarse, y esta vez ha sido el señor obispo de Segovia, sin pararse a pensar que con la boca cerrada está mas bonito que un San Luis (Gary Cooper no cuadra aquí). Afirma el prelado segoviano que los medios de comunicación manipulan la información al relacionar algunos suicidios con los deshaucios, que hay muchos suicidios y que estos se producen por distintos motivos. Así es, hay personas que se suicidan por mil causas de todo tipo, unas psicológicas, otras sociales y todas inexplicables para los demás porque desde fuera se piensa que siempre hay otra salida. Lo que no puede negarse tan alegremente es que una de esas causas son los deshaucios, porque hay personas a las que un problema de esta envergadura se les hace un muro infranqueable. Es evidente que todos los suicidios no tienen su origen en los deshaucios, pero algunos sí, y si fuese tan solo uno, me parece que un príncipe de la Iglesia debiera ser más generoso con aquellas personas que han sufrido esa desgracia y dejase de decir cosas que de alguna forma apoyan a los más fuertes frente a los más débiles. Tampoco es que me sorprenda, es una contradicción más entre el discurso evangñelico y las posiciones de la jerarquía (el cristinismo sigue existiendo a pesar del Vaticano), y supongo que el obispo de Segovia disfruta de un techo confortable del que nadie osará deshauciarlo, y que por no pagar ni siquiera paga impuestos.

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¿Qué hacer en el último día?

Pongo por delante que no creo que el mundo se acabe el viernes y que en realidad todo ha sido un gran negocio mediático, editorial y de toda índole, tergiversando lo que dicen tres estelas mayas (hay cientos que no han sido descifradas). Con esto de que el día 21 acaba un ciclo en la medida del tiempo según aquella misteriosa civilización de Yucatán, muchos lo hacen converger con otras profecías apocalípticas, y hay personas en todo el planeta que están convencidas de que sucederá algo que acabará con todo. No es para reírse, porque toda esa gente tiene que estar pasándolo muy mal, y los que confían a marchamartillo en el mundo físico y científico pueden tomarlo a cachondeo, zzwlFoto0521.JPGpero las creencias son muy respetables. A veces llamamos ignorantes a otros y no nos damos cuenta de cuanto ignoramos nosotros. Muchos de estos defensores a ultranza de la ciencia como única explicación se aferran a ella a veces con una intransigencia que se parece mucho a cualquier fanatismo religioso. Por otra parte, he visto que alguno de ellos, mientras se cree superior porque ha visto la luz y los demás no, es un seguidor enfermizo de cualquier equipo de fútbol, y cuando este marca un gol se pone como loco. Le digo que eso está muy bien, pero que está formando parte del espíritu ancestral de tribu que tanto critica. Yo también me alegro, pero a mí lo de la tribu no me importa. Lo que quiero decir es que por creer, hay gente que cree hasta en Rajoy, y otros que, crucificado Zapatero, esperan la venida del nuevo mesías del PSOE. Y como el viernes empieza a las doce de la noche de mañana, nos queda un día y poco más para ese 21 de diciembre que figura en el calendario maya. Cabría preguntarse, si uno creyera que todo va a acabar el viernes, qué haría durante todo el jueves, un día entero, el último antes del apocalipsis. Y si no cree que sea el fin, también vale la pregunta, que sin duda es un valioso ejercicio de autoconocimiento.

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Maestras de escuela valientes

No quiero por evidente comentar la salvajada incomprensible ocurrida en el colegio de Primaria de la localidad norteamericana de Newtown. Sí voy a recordar el comportamiento de las profesoras, que en el cumplimiento de su deber antepusieron la seguridad de sus alumnos a su propia vida. Los medios las califican de heroicas, pero yo iría más lejos, porque una heroicidad se puede explicar por un momento de adrenalina en desbandada, y muchos militares condecorados por acciones de este tipo han confesado que muchas veces las heroicidades puntuales son hijas del miedo zzzFoto0324.JPGy del instinto de supervivencia. En el caso de estas profesoras no, su comportamiento deja pequeño el heroísmo; actuaron a conciencia porque cada minuto que están al frente de una clase saben que la seguridad de su alumnado es lo primero. Esto que digo vale también para los maestros, pero es que nuestra sociedad es especialmente injusta con las mujeres que se dedican a tan hermosa profesión. Hora es de que empiece a borrarse ese estereotipo estúpido de la maestra de escuela fría e inflexible como una Señorita Rotenmeyer cascarrabias, con el aditamento machista y grosero de la solterona. Una maestra, de las que también por aquí afortunadamente tenemos miles, es una profesional consciente de que tiene entre sus manos la formación de sus alumnos y su vida siempre que están bajo su tutela. Para hacer lo que han hecho las inolvidables maestras de Newtown hay que ser tan valiente y profesional como un soldado o un bombrero, solo que a estos el valor se les supone; pues habrá que empezar a suponérselo también a las maestras (y maestros) que son los profesionales públicos que, junto con el personal sanitario de ambulatorio, se sumergen cada día en el filo de una situación social muy complicada. Me horroriza lo ocurrido en Estados Unidos, que es síntoma de que nuestra sociedad está enferma, pero al mismo tiempo la actuación de las maestras de Newtown me admira y me llena de esperanza en el género humano, porque hay personas que con la mayor naturalidad (simplemente conocen cuál es su trabajo) anteponen su deber a su propia vida. Y es que a menudo se calientan demasiadas bocas minusvalorando la labor docente. Por eso desde aquí dedico mi modesto homenaje a las valientes (no heroicas) maestras de Newtown.