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¿Para qué el Nobel de La Paz?

Después de una semana de ataques y un centenar de muertos en Gaza, parece ser que La ONU ha movido una ficha muy suave, no porque le preocupen los muertos, sino porque trata de que Israel no inice una ofensiva terrestre de consecuencias que no puedan controlarse, porque Assad podría aprovechar e iniciar una huida hacia adelante atacando directamente a Israel. Y todo porque Netanyahu necesita notoriedad para las próximas elecciones. DSCN4183.JPGEl gran argumento es que los judíos tienen derecho a la legítima defensa, cosa que nadie les niega, pero hay que recordar que todo se inicia porque desde Tel-Aviv se ordenó el asesinato selectivo del Jefe Militar de Hamás. La desproporción es tal que hay tres muertos israelíes y más de cien palestinos.
Nada que no haya ocurrido cien veces, pero lo verdaderamente triste es que dos Premios Nobel de La Paz con poder real como Obama y la UE no han movido un dedo para evitar esta masacre. ¿Dónde han estado los dirigentes de la UE y el Presidente de Estados Unidos? ¿Qué hacen en su tiempo libre otros Nobel de la Paz como Jimmy Carter, Al Gore o Henry Kissinger? La respuesta es obvia, facturando conferencias inútiles por medio millón de dólares y dejando que las cosas se pudran. Francamente, el millón de dólares que cada año recibe el Nobel de la Paz podrían usarlo para dar de comer a los 6.000 niños que cada día mueren por inanición en este planeta. Pero claro, es predicar en el desierto, y si gritas mucho pueden cortarte la cabeza como al Bautista.

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Mi tocayo Miliki

Decían que el viejo Matías Prats hacía radio en color, porque tenía tal capacidad descriptiva que cuando la gente veía los goles del Real Madrid en NO-DO eran exactamente iguales a como se los había imaginado en la retransmisión radiofónica. Con los Payasos de la Tele pasaba igual, sus programas eran en blanco y negro durante su primera etapa, pero la gente los recuerda en color. Con la muerte de Miliki, mi tocayo, zzpayas.JPGse liquida aquel trío mítico de hermanos que forman parte de la memoria colectiva, yo creo que sobre todo porque sus canciones (facilonas pero entrañables) se repiten una y otra vez, y de alguna forma rompieron el molde de los argumentos machistas de «las niñas bonitas no pagan dinero» o las cenicientas y bellas durmientes que esperaban el beso de un príncipe o calzarse el zapato de un gran matrimonio. Nunca he sido un entusiasta del circo; no me llaman la atención los juegos malabares ni los perros amaestrados, y me ponen muy nervioso los lanzadores de cuchillos y los que sin necesidad meten la cabeza en la boca de un león. Fui de adolescente a una función en la que la trapecista se balanceba sin red, y me marché a media función porque tengo vértigo. Los payasos no me dan miedo (la coulrofobia está definida como miedo irracional a los payasos), pero no me parecen especialmente atractivos; sin embargo, veía a los Payasos de la Tele porque eran distintos, quizás menos pintarrajeados y más musicales. Su llegada ya me pilló adulto, pero en mi familia había niños; así que con la coartada de acompañarlos pasaba muchas tardes de sábado coreando familiarmente el saludo de «Hola, don Pepito, hola don José» y respondiendo al «¿Cómo están ustedes?» Miliki se ha ido pero seguiremos cantando en los cumpleaños su tonada de felicitación. Los Payasos Aragón fueron mucho más que un programa de televisión, fueron el paso del blanco y negro al color.

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Política y democracia justas

Cada día irrumpen nuevos elementos que hacen que nos preguntemos qué democracia es la que tenemos. Esta crisis inducida está haciendo ganar mucho dinero a unos pocos, y se dan paradojas que rozan la estupidez, porque España es el país europeo en el que hay más gente deshauciada y a la vez el que más pisos vacíos tiene. Cuando se trata de poner soluciones, como ese decreto que supuestamente detiene los deshaucios, todo queda en agua de borrajas, y es que manda quien manda, y los políticos se la envainan. Hablan de seguridad jurídica de la necesidad de un poder financiero fuerte y otras zarandajas, y al final los pobres pueblan las calles sin defensa alguna. Es como si se hubieran propuesto fabricar más y más pobres, cubrir todo el asfalto de gente sin techo hasta que seamos la envidia de Calcuta y Bombay. zzDSC55N4054.JPGCuando se grita que los políticos no nos representan me da escalofríos, porque están ahí por las urnas. Sí que nos representan, y el problema es que están haciendo dejación de esa representatividad. La demolición de las casas en la costa tinerfeña de Cho Vito y la amenaza que pesa sobre las de Ojos de Garza y otras muchas contrasta con los hoteles lanzaroteños construidos claramente en suelo ilegal y que siguen de pie y en explotación. Que alguien me lo explique, porque esas casas de pescadores estaban ahí mucho antes de que se hiciera la Ley de Costas que ahora las derriba. Nos dicen que la Constitución impide la retroactividad en la aplicación de las leyes cuando se refiere a las personas ya deshauciadas, pero luego esa ley supuestamente sagrada no funciona con las casas de los pescadores de Cho Vito. Es indignante, y los políticos tendrían que asumir de una vez que no están ahí para mantener a su partido, ni para bendecir con leyes injustas los abusos. Tienen que plantarse, y para eso no hace falta ser el Che Guevara, bastaría con que funcionaran como hombres y mujeres que se visten por los pies, porque la fuerza bruta que usan en última instancia también procede de las capas más desfavorecidas. No hay crisis, lo que hay es una clase política que ha olvidado a quien representa (a todos), y si se van y vienen otros que actuarán igual es como cambiar las marionetas. La política que busca la justicia y el interés general es necesaria, y es la que demandamos, porque estamos hartos de que nuestros representantes se parezcan cada vez más a un guiñol manejado desde poderes que no son democráticos porque nadie los ha elegido.