No creo que nadie dude de que valoro la capacidad humana para el conocimiento y los caminos que llevan hasta él, que son básicamente la observación, el estudio y la investigación. Cuando dicho conocimiento se especializa se alcanza generalmente un nivel superior, y en ese caso se aplica para resolver problemas de toda clase. Pero a veces me pregunto si ya hay que expresar hasta lo obvio, y si para que lo evidente sea creíble necesite que alguien con prestigio lo respalde. Lo digo porque últimamente tengo la impresión de que nos toman por tontos o que los tontos son esos que nos toman por tales. Me explico:
Unos técnicos en seguridad hablaban en la radio sobre las causas de la tragedia en el Madrid Arena durante una fiesta de Halloween. Con la solemnidad del Papa cuando habla ex-cátedra, uno de ellos sentenció: «las causas son fundamentalmente tres; mucha gente que quería entrar, mucha gente que quería salir y un espacio muy reducido». Es decir, el superespecialista daba valor de informe técnico a lo que era evidente y que se había repetido en cien informativos en boca de periodistas y testigos. Otra perla fue un estudio sobre los premios realizado por un afamado gabinete psicotécnico de Madrid en colaboración con el departamento de Psicología de una renombrada universidad, al frente del cual figura un no menos prestigioso catedrático y creo que académico en dos disciplinas. Resulta que este superequipo, gracias a un mecenazgo muy importante, después de un laborioso análisis de docenas de entrevistas a personas premiadas en todos los ámbitos y niveles, ha llegado a tres conclusiones «impactantes»: 1.- Los premios aumentan la autestima de las personas premiadas; 2.- Incentivan a quienes los reciben; y 3.- Suponen un gratificante reconocimiento del trabajo realizado.
Grandioso; es como si en un encumbrado congreso matemático se respaldara con entusiasmo una ponencia que demuestra que nueve por tres son veintisiete, y que encima el ponente aspire al Premio Nobel por ello. Y lo más curioso es que estas informaciones ocupan cada vez más espacio en los medios y con rango de novedad.
ACOTACIÓN 1:
Tras un profundo estudio topográfico y asesorado por una catedrática de estética, un especialista en espectros cromáticos y tres fotógrafos profesionales, concluyo que el objeto central de la foto es muy posiblemente un sombrero. Afirmar que es de color gris ya es aventurarse, hay que ser rigurosos.
Dickens diría: «Yesterday, all my troubles seemed so far away» (el conejo me riscó la perra).
Petain ordenaría: «Allons enfants de la Patrie, Françoise» (Yo es que me quedo bobo, Paquita).
Beckenbauer gritaría: «Beide Lili Marleen, diese bastarde?» (¿qué leche han «mamao»?) Bastarde no sé qué significa.
Y Doménico Modugno cantaría: «Volare, oh, oh, cantare, oh, oh, oh, oh» (chacho, chacho, chacho).
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