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Llover a gusto de todos

zzzBco. Mogán.JPGPues no, eso nunca pasará, porque los agricultores quiere lluvia para sus cultivos y los empresarios de terrazas playeras se aterran cuando llueve porque sus negocios quedan vacíos. Pero tiene que llover, porque el agua es el bien más imprescindible para la vida. También es verdad que a veces nueve a disgusto de todos, ahí sí que puede haber unanimidad, y sucede cuando el agua cae de una forma destructiva, generalmente mucha cantidad en poco tiempo, y eso destruye cosechas, casas y lo que se ponga por delante, porque el fuerza del agua en movimiento es terrible. En Canarias, el temporal de mucha agua que llena presas y hace correr los barrancos, suele venir casi siempre del suroeste, y por eso en las medianías de Gran Canaria los campesinos lo llamaban antaño «El Tirajanero». Este temporal de ahora mismo es otro Tirajanero, que viene acompañado de viento, y el peligro está tanto en su fuerza como en los disparates que ha hecho el hombre, contruyendo en los cauces por donde debe discurrir el agua, cerrando vías de salida y creando un anuncio casi seguro de que más tarde o más temprano todo aquello se inundará, Ocurre frecuentemente en el sur de Gran Canaria, donde han levantado construcciones turísticas en la desembocadura de barrancos, que de vez en cuando reclaman su espacio natural. Y esto lo sabían nuestros abuelos cuando no se hablaba de líneas isobaras, zona de bajas presiones, satélites meteorológicos o el anticiclón de las Azores. Ellos con el almanaque Zaragozano, las cabañuelas de agosto y el ángulo de Venus sobre una montaña determinada el verano anterior ya predecían el invierno; y casi siempre acertaban. No despreciemos esa sabiduría.

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Finaos, miedos y huracanes

zcastanas-asadas-xl-640x560x80[1].jpgLa palabra «Finaos», que es tradicional por aquí, se refiere a los difuntos, aquellos que ya han finalizado su vida. Sin embargo, la gente la relaciona con castañas tostadas, y es normal, porque ambas cosas forman parte de la memoria colectiva, que se va perdiendo por la presión mediática que hace que cada vez se imite más la fiesta norteamericana de Hallowen (proviene de mucho más atrás, pero no viene al caso), que en realidad es una especie de carnaval con disfraces temáticos, en este caso de terror. Alguien dijo una vez que era curioso que se temiera tanto a la muerte cuando es lo más seguro que tenemos, aunque algunos pueblos, como el mexicano, han conseguido tomarlo con distancia y el 1 de noviembre celebran El Día de los Muertos, pero fiesta-fiesta. Por aquí hay colectivos que tratan de oponerse a esa corriente globalizadora para rescatar los tradicionales Finaos canarios. Y no hay que confundir esta reivindicación de nuestras tradiciones positivas (las negativas, cuanto más lejos, mejor) con los nacionalismos recalcitrantes. Y si de miedo se trata, los norteamericanos tienen este año un Hallowen complicado por el huracán Sandy, que es terrible ver cómo lo cambia todo y tiene un eco mediático enorme cuando sucede en la costa este de Estados Unidos, y apenas se menciona cuando los huracanes arrasan los países pobres del Caribe. De todas formas, ojalá Sandy no sea muy destructivo.

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Cambio de hora

zzrelojDSCN4041.JPGEstá claro que lo de habitar varias dimensiones coincidentes debe ser verdad, porque los dirigentes deben vivir en una distinta a la mía. El Rey dice en La India que los españoles saldrán de la crisis con el cuchillo en la boca, que no sé exactamente qué significa, las cifras del paro son escalofriantes y en medio la pompa de los Premios Príncipe de Asturias (con modelito letiziano incluido) y el rechazo de Javier Marías al Premio Nacional de Narrativa, que, aunque es muy respetable su postura, tampoco se sabe muy bien qué mensaje envía. Por lo pronto, dedico este fin de semana a cambiar la hora de los relojes, porque a lo tonto hay muchos en cada casa y solo se cambia automáticamente el del ordenador. Y mientras, hay gente que vive en otro espacio cósmico, valorando la realidad (que esa es otra, habría que definirla) con distintos parámetros. Ayer fui a comprar el pan, y un señor comentaba el asunto de Cataluña. Otro parroquiano, de sopetón, le preguntó: «¿y si Cataluña es independiente, la liga se juega sin el Barça?, pues vaya porquería, sin la rivalidad con el Real Madrid». El primero le perdonó la respuesta y yo seguí callado esperando mi turno, consciente de que se entrecruzan dimensiones y realidades paralelas.