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¿Más palomas?


zzpal.JPGLa paloma es símbolo de la paz desde muy antiguo, porque la Biblia da como señal de concordia entre Dios y los hombres el regreso al arca de Noé de una paloma con una rama de olivo en el pico. Este símbolo se ha renovado en el último siglo, sobre todo desde que Picasso lo elevó a arte. Pero dicen los entendidos que la paloma no es tan pacífica, incluso hay quien asegura que son aves de una tremenda crueldad, hasta el punto de que en alguna parte he visto que a las palomas las llaman «las ratas del cielo». Todo esto viene porque en los últimos meses, la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria aparece superpoblada de palomas. Siempre hemos visto palomas en la zona de la catedral, y algunas por el resto de la ciudad, pero es que ahora las hay por todas partes, en la arena de Las Canteras mientras tomas sol, en las plazas, en las calles y hasta se cruzan volando por delante de los coches. No sé si es una sensación mía, pero veo demasiadas palomas, e ignoro si eso es normal o es que el control de su población se ha relajado. En algunas ciudades como Milán o Venecia han tenido alguna vez que controlar las palomas porque alcanzaban la categoría de plaga. Tal vez aquí la cosa no llega a tanto (o sí), el caso es que veo demasiadas palomas por toda la ciudad.

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¿Se acabó la fiesta?

zjjoo2222.JPGNunca me alegro de los males ajenos y mucho menos de los que de alguna manera me atañen. Me refiero a las glorias deportiva de España, una especie de contrasentido, pues mientras las vitrinas de muchos deportes rebosaban de trofeos, el país no iba muy bien. Decían que ganar animaba y que incluso dinamizaba la economía, pero eso debe ser en otros países; aquí no. Resulta que, de golpe, los Juegos Olímpicos empiezan a bajarnos de la nube. No están Nadal y otros posibles medallistas por lesión, la selección de baloncesto tiene a medio equipo tocado o en recuperación física y el remache: la selección de fútbol, la gran favorita, no ha sido capaz ni de ganarle a Honduras, que como sabemos tiene un potencial futbolístico más bien cortito. ¿Es que se ha acabado la fiesta y todo ha sido flor de un día? La verdad es que no podemos fiarnos mucho por los resultados de estos Juegos Olímpicos, porque Londres parece que nos trae mala suerte; la cosa empezó mal, cuando la adjudicación de los Juegos y Londres le birló la sede a Madrid por la «gracieta» del príncipe Alberto de Mónaco. Queda esperanza en vela y poco más, porque las posibles medallas que se esperaban en ciclismo, remo, natación o judo se han volatilizado. Mirémoslo por el lado positivo y pensemos que la pesadilla de Londres acaba el día 12 y a lo mejor cuando seamos menos gallitos en deportes empieza a recuperarse la economía. El que no se consuela es porque no quiere, y si no hay copas de las otras, nos quedan los chupitos.

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Un estroncio para el Estadio Insular

Desde que tengo uso de razón, Gran Canaria es la isla de los debates inacabables que a menudo abortan proyectos que tal vez fueron interesantes. Esto ocurre elevado a la enésima potencia en su capital. Incluso durante la dictadura franquista, cualquier cosa que fuera a moverse era objeto de discusiones infinitas, como sucedió con la Ciudad del Mar -que salió adelante- o con el tren aéreo -que se atragantó-. z765gest.JPGMover una piedra cuesta una letanía de argumentos a favor y en contra, y casi siempre ocurre porque el espacio es breve y hay que aprovecharlo, o protegerlo, o utilizarlo, o salvarlo… Qué sé yo. El Auditorio hizo correr ríos de tinta antes de ser una realidad, y me pregunto por qué tanto debate si al final no deja de ser un edificio que ocupa menos espacio que cualquier mamotreto de viviendas de los que hay por la misma zona y que nadie ha debatido. La circunvalación, más de lo mismo, el Guiniguada ni te cuento. Hubo un tiempo en que se debatió si el nuevo estadio llevaría o no pista de atletismo, la pusieron y nadie ha hecho allí una carrrera. Del rockódromo ya ni se habla, La Gran Marina se disolvió y aquí lo único que parece normal es el Puerto, seguramente porque tiene vida propia. Todo lo que uno enrama viene otro después a desenramarlo, no porque no le guste sino porque no lo ha hecho él. Ahora el objeto de deseo es el viejo Estadio Insular de Ciudad Jardín. Como puede producirse un debate sobre si poner alli un borulo o un estroncio, yo me inclino por lo segundo. Se preguntarán qué es un estroncio; ni idea, pero ya nos iremos enterando si lo instalan. Pasa siempre.
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(Esta es la única foto que he podido conseguir del estroncio. ¡Bonito artilugio, eh!)