Pues sí, el fútbol como reflejo
En Estados Unidos pueden convivir perfectamente Sinatra y Bing Crosby, en Francia se enorgullecen de tres pintores a la vez y en Italia no hay pugna por escoger entre Gassman y Mastroianni. En España todo es blanco o negro, muy evangélica («El que no está conmigo, está contra mí»). Aquí no puede haber dos, uno es el mejor y el otro basura, o al revés. Siempre hay un debate que se eterniza (Joselito-Belmonte, Kraus-Domingo, Messi-Cristiano, Torres-Llorente…)
También ocurre que se pasa de la gloria al infierno en segundos, dependiendo a menudo de los caprichos de la fortuna. España nunca ha ganado en fútbol un partido oficial a Francia, tal vez sea ese otro gafe que habrá que conjurar. Pero ya están preparados los adulones si España sigue venciendo, y también los cuchillos listos para trinchar a Del Bosque y sus muchachos, y a veces son los mismos los que pueden hacer cualquiera de las dos cosas, dependiendo de como vaya la fiesta. Cuando a Napoleón le hablaban de las cualidades militares o políticas de alguien, él preguntaba siempre: «¿Tiene suerte?» España fue fantástica en la anterior Eurocopa, y ganó el Mundial jugando bien pero no tanto, y la fortuna estuvo presente varias veces, tomando forma de Iker Casillas. Si tiene suerte napoléonica ganará a Francia y a quien sea y se entonarán himnos a la firmeza de los criterios de Del Bosque; si pierde, sea en cuartos, en semifinales o en la final, esa firmeza se tornará majadería y testarudez. España es así.
Como la vez anterior, digo que si aparecieran nuevas décimas, coplas o romances de Quintín Silva, lo haré saber.
Como hoy entra el verano y el mundo se mueve como el molinillo de una batidora, voy a hablar de un tema instranscendente; cine y series de televisión. Siempre he sido un enamorado de la imagen en movimiento, me encanta el cine (el bueno me hipnotiza) y cada día veo más series de televisión, en las que últimamente hay mucha calidad. Y claro, como gran parte de ese material proviene de la industria audiovisual americana, uno supone que en cierta medida son un reflejo de aquella sociedad, aunque no estoy muy seguro, porque las productoras se rigen por normas y costumbres que (casi) nadie se salta (recuerden el código Hays). Es frecuente ver que un ciudadano medio vive en un chalet de dos plantas, jardín y garaje, con lo que se da una imagen de bienestar que se rompe cuando ves una película de Spike Lee. Otra cosa que me llama la atención son las edades. Los abuelos de los niños en edad escolar suelen ser muy ancianos, octogenarios; por el contrario, la mayor parte de los chicos y chicas de no más de treinta años suelen hablar de sus padres en pasado, con lo que ponen la esperanza de vida de sus progenitores no mucho más allá de los cincuenta años. El o la protagonista de muchas series tuvo un padre de su misma profesión que murió en acto de servicio (policía, abogado, juez, militar, bombero), o asesinado por los malos que él o ella sigue persiguiendo. Puede que todo sea una gran fantasía, y seguramente por eso alguien llamó a Hollywood la fábrica de sueños.