Pues sí, el fútbol como reflejo
En Estados Unidos pueden convivir perfectamente Sinatra y Bing Crosby, en Francia se enorgullecen de tres pintores a la vez y en Italia no hay pugna por escoger entre Gassman y Mastroianni. En España todo es blanco o negro, muy evangélica («El que no está conmigo, está contra mí»). Aquí no puede haber dos, uno es el mejor y el otro basura, o al revés. Siempre hay un debate que se eterniza (Joselito-Belmonte, Kraus-Domingo, Messi-Cristiano, Torres-Llorente…) También ocurre que se pasa de la gloria al infierno en segundos, dependiendo a menudo de los caprichos de la fortuna. España nunca ha ganado en fútbol un partido oficial a Francia, tal vez sea ese otro gafe que habrá que conjurar. Pero ya están preparados los adulones si España sigue venciendo, y también los cuchillos listos para trinchar a Del Bosque y sus muchachos, y a veces son los mismos los que pueden hacer cualquiera de las dos cosas, dependiendo de como vaya la fiesta. Cuando a Napoleón le hablaban de las cualidades militares o políticas de alguien, él preguntaba siempre: «¿Tiene suerte?» España fue fantástica en la anterior Eurocopa, y ganó el Mundial jugando bien pero no tanto, y la fortuna estuvo presente varias veces, tomando forma de Iker Casillas. Si tiene suerte napoléonica ganará a Francia y a quien sea y se entonarán himnos a la firmeza de los criterios de Del Bosque; si pierde, sea en cuartos, en semifinales o en la final, esa firmeza se tornará majadería y testarudez. España es así.