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Compañeros de partido

Me da la impresión de que me toman por tonto cuando los dos candidatos a la Secretaría del PSOE o sus allegados hablan de juego limpio y de que gane quien gane el partido va a salir fortalecido. Luego ves cómo se las gastan en los medios afines (y lo que no sabemos que pasa en la trastienda) y no hay manera de creerlos. En estas cosas yo siempre recuerdo de la famosa frase de Adenauer. Decía el ínclito canciller de la entonces Alemania Occidental: zzestilo1[1].JPG«En política hay enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido». Tenía claro el gran político germano que los navajazos más terribles venían de la propia casa. Y es lo que ocurre siempre con la lucha por el poder, porque podrán decir misa, pero se trata de ocupar una posición, como en la guerra hay que tomar una colina. Ser Secretario (o Secretaria) General del primer partido de la oposición es algo de mucho peso y nadie quiere perdérselo, con la posibilidad, además, de que en el futuro se pueda llegar al despacho cuadrado (aquí no es oval) de La Moncloa. Ya veremos cómo ahora en los congresos en cascada que se celebrarán en todos los territorios empezará a usarse la vizcaína, que es un puñal que los caballeros del Siglo de Oro llevaban escondido y usaban a traición cuando el adversario estaba entretenido en la esgrima de la espada (así lo cuenta Pérez-Reverte en su serie de Alatriste). Pues eso, que no nos cuenten milongas y que nadie venga ahora decirme que si no soy militante debo callarme (nunca me pareceré a Gary Cooper), porque hay mucho dinero público en el jaleo de los partidos, y finalmente sus decisiones acaban afectándonos a todos. Y esto vale para todos los partidos, lo que pasa que se les nota menos cuando están en el poder.

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Palabras y silencio

Sobre este asunto se ha dicho mucho y de muchas maneras. Los árabes sentencian que la elocuencia es plata y el silencio oro; el clásico aseguraba que somos dueños de nuestro silencio y esclavos de nuestras palabras… Y yo mismo digo esa frase mil veces repetida por muchos que alguien ha perdido una magnífica oportunidad para callarse cuando dice una inconveniencia, mete la pata o simplemente le da opciones al adversario como en la también choteada secuencia de zzhFoto0217.JPGQuino («Mamá solo a ti se te ocurre poner sopa en pleno verano», y la madre contesta: «¿verdad que soy original?») En estos días las lenguas se han desatado: alguien adelantó el traspaso de un jugador de la UD sin que estuviera cerrado y se armó el lío; Rajoy se hizo el colega con los primeros ministros en Bruselas y se olvidó de los micrófonos; el Presidente del Barça se quejó de los árbitros y al día siguiente le perdonaron a su equipo nada menos que la expulsión del portero apenas comenzado el partido, y ahora hay quien relaciona causa con efecto; hasta el Rey se ha despegado de la pared, dejando desprotegidas las espaldas (es lo que tiene hablar), pues en un solo discurso ha proclamado la especial protección que merece el derecho de defensa y más adelante señaló la necesidad del secreto profesional en la abogacía, que da pábulo a que alguien relacione unas palabras con el trato que la prensa da a Urdangarín y otras con uno de los juicios a Garzón. Ya me decía mi madre: «Emilio, calladito estás más guapo, clavadito a Gary Cooper», que debía ser su cánon masculino de belleza. Y es que no aprenden… Ni yo.

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La Candelaria y la lluvia

zzzBco. Veneguera.JPGDesde las cabañuelas -verdadero tesoro etnográfico- al almanaque Zaragozano, la predicción a la larga del tiempo meteorológico es parte de la cultura popular, que en Estados Unidos tiene su máxima expresión en el Día de la Marmota. Nuestros campesinos tomaban más a corto plazo el día de la Candelaria (2 de febrero) como referencia: «Si para La Candelaria llueve, el invierno atrás nos viene; si para La Candelaria no llovió, el invierno se acabó», que debe ser una variante del dicho catalán que dice. «Si la Candelaria plora la primavera flora, pero si no plora, ni flora ni plora.» Es decir, que se supone que hoy, Día de La Candelaria, hay que estar atentos, porque si llueve vendrá más agua detrás y puede ser todavía un invierno lluvioso; pero si no cae una gota, se acabó lo que se daba, y si no hay agua, no hay floración ni primavera. En las últimas décadas la predicción del tiempo ha avanzado muchísimo, con la ayuda de los satélites de observación y las aplicaciones cibernéticas en situaciones similares. Pero aun así, hasta para el más experto meteorólogo resulta muy difícil precisar si dentro de una semana va a llover, a hacer viento o a llenarse al aire de calima. Sin embargo, a los viejos campesinos, que son como marineros de tierra adentro, las variaciones del tiempo meterologíco no los cogen por sorpresa. A medida que avanza la tecnología disminuye la tradición, pero de alguna manera esas predicciones se basan en comportamientos del clima, lo cual viene a ser lo mismo que comparar modelos informáticos, pero usando solo la memoria. Miremos, pues, al cielo a ver si cae hoy alguna gota, porque el agua de lluvia este invierno no nos ha frecuentado. Y hace falta.