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En la partida de Paco España

Como le ocurre a muchos artistas, Paco España tocó el cielo y bajó al infierno. Ahora se ha ido definitivamente y creo que es el momento de recordar su paso por la vida y el escenario. Fue pionero en un género, el transformismo, que se hizo muy popular en los años ochenta en nuestro país, si bien los más conocidos casi nunca son los que inician el camino. zPaco-España2[1].jpgEn España la estrella del género era el argentino Ángel Pavlovsky, porque salía en televisión y decían que hacía un espectáculo muy afrancesado. Pero antes fue Paco España, que en los setenta era una figura en los mejores locales de Barcelona y Madrid. Su recreación de Lola Flores es memorable. El transformismo se hizo moneda corriente en las noches de fin de semana, cuando los matrimonios conservadores ortodoxos y gentes de orden salían a cenar y luego acudían en tromba a estos espectáculos con un cierto aire de burla. Nunca se respetó a estos artistas como es debido, porque lo que vemos en el escenario tiene un duro trabajo detrás, y necesita un talento especial. Paco España lo tenía, y fue uno de los fundadores y de los más grandes en un género que se columpia entre lo trágico y lo cómico, pero que finalmente es arte cuando está bien hecho, como es el caso. Se ha querido arrinconar el transformismo en antros de mala muerte y ambientes sórdidos, pero deberíamos aprender de los franceses, que entienden que es un número de cabaret, un género que sí que es respetado en París, Berlín o Nueva York. La vida vino con muchas curvas para Paco España. Ojalá se le haga justicia y haya entrado en la historia del cabaret. Descanse en paz.

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Kodak, el fin de una era

El anuncio de que una empresa histórica, afamada y prestigiosa como es Kodak vaya a la quiebra es terrible, porque en este cambio de tecnologías hay muchos que se quedan en el camino. Se pensó que con el nacimiento del cine se vaciarían los teatros y cuando llegó la televisión también el cine quedaría liquidado. zrevelar[1].jpgNo sucedió así, sobrevivieron todos los soportes, pero con la revolución tecnológica de los últimos años peligran todos. Kodak existe desde que nació la fotografía comercial, y fue durante décadas (más de un siglo) sinónimo de calidad. Tengo en mi casa miles de diapositivas hechas con carretes de esa marca y treinta años después siguen perfectas. Eso es calidad y perdurabilidad. Pero la era digital ya no entiende de carretes, cubetas, reveladores, baños de paro, fijadores y ampliadoras, ni se fija en si la foto ha de ser mate o tener brillo según el papel utilizado, ya todo eso viene en la foto. La posible desaparición de Kodak es el fin de una era, la de la fotografía artesanal, aquella en la que había que cuidar los tiempos para dar más o menos contraste, y en la que dos fotos nacidas del mismo cliché podían ser distintas por el tratamiento posterior en el laboratorio. El proceso fotográfico era como hacer vino, no bastaba un buen producto inicial, el trayecto hasta el resultado final era muy importante, y a veces lo que diferenciaba una buena foto de otra que no lo era tanto. Hay que estar con el progreso, y con estas cosas palpamos los profundos cambios que está experimentado nuestra manera de vivir, pero no dejo de sentir nostalgia por una manera de reflejar el mundo que ha cambiado el nitrato de plata por los granos de sílice de un disco duro.

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Tocados y estúpidos

zzzaudrdy[1].jpgLas carreras de caballos del hipódromo de Ascot son un evento de la alta sociedad británica en el que el que no está no existe. Es tan determinante que la prueba de fuego que el profesor Higgins propone a la florista Eliza en la obra de teatro Pigmalión (luego hecha película en My Fair Lady con una Audrey Hepburn extraordinaria) es presentarla en tal evento para deslumbrar a lores y ladys de la Inglaterra posvictoriana. La gracia es que ahora, después de trescientos años de existencia, los organizadores dictan nuevas normas de vestimenta, y la más curiosa es que, como el acto es matinal, las damas deben llevar ropa y sombreros adecuados, porque por lo visto en los últimos años se vestían casi como para una fiesta nocturna, y muchos de los sombreros se habían transformado en tocados muy leves. Esas nuevas normas están siendo motivo de polémica en los medios ingleses, ocupando muchas horas y gastando mucha tinta. Los británicos son incorregibles con lo de las formas, y si bien está que haya buena educación, llevan el asunto demasiado lejos, porque una seña de buenos modales es la discreción, que en Ascot brilla por su ausencia, porque los sombreros de las damas (la reina ha hecho historia allí con sus sombreros) son indescriptibles. Esto da idea de que en Inglaterra sigue perviviendo lo más rancio de la época en que el Imperio Británico era el centro del mundo. La verdad que leer estas tonterías en los tiempos que corren mueve a la risa, pero si lo miras con atención te das cuenta de que esa clase poderosa de antaño quiere más que nunca marcar las diferencias. Las clases medias le dan urticaria y están haciendo todo lo posible para liquidarlas.