Este sí que es un inmenso error
Lo que no han logrado largos argumentos políticos, repetidas reivindicaciones históricas y encendidas polémicas lingüísticas lo está consiguiendo el dinero, o mejor dicho, su escasez. Haber dejado a CIU fuera del pacto de los dos grandes partidos para reformar el artículo 135 de la Constitución ha prendido la mecha, y ya no es cosa de que si Carod Rovira dice esto o lo otro, ni puede enmascararse en el artificial debate de si es mejor Messi o Cristiano (uno portugués y otro argentino, qué cosas), lo que no se ha movido durante 35 años se ha convertido en un terremoto. El bolsillo, la fiscalidad, el dinero es lo que ha puesto en pie de guerra a la sociedad catalana, y me temo que esto irá a más por la torpeza de unos políticos que no dudan en llevarse por delante el pacto constituyente con tal de hacernos luz de gas. Hay mil maneras de limitar el gasto público (la primera siendo responsables), pero al PSOE y al PP se les ha ocurrido la más incendiaria: reformar la Constitución. Tampoco me creo que actúen al dictado de Merkel, porque de todos los estados de la UE solo Alemania ha introducido esa nota en su Carta Magna. Lo que se va a reformar es un parche teórico que no resuelve nada, y si lo hacen para tener buena imagen ante eso que llaman mercados están consiguiendo un efecto contrario. Estamos en manos de irresponsables que quieren hacernos comulgar con piedras de molino, y encima ni se plantean un referéndum. Nunca hubo un gobierno más torpe ni una oposición más cerril, y resulta que s eponen de acuerdo para abrir la caja de Pandora, y a ver qué hacemos ahora con esa furia desatada. Y los hay que siguen aventando en la era de una España quemada la simiente de la crispación, con asuntos religiosos, hurgando en las viejas heridas o diciendo cancaburradas. Y todavía no sabemos qué destino final tiene el 15-M ni cómo van a terminar las tensiones ocasionadas por un paro galopante. Creen que redactando medio folio y añadiéndolo a la Constitución se resuelve todo. Mejor dicho, no lo creen, pero quieren que lo creamos. Como Luis XIV, nos tienen por ignorantes («todo por el pueblo pero sin el pueblo»), cuando ellos han demostrado con su incapacidad que no tienen ni idea de lo que están haciendo. Malditos ciegos, egoístas, hipócritas y mentirosos, indignos de atribuirse le representatividad del pueblo soberano al que desprecian a la hora de la verdad.