Canarias y la creatividad
En Canarias hay creatividad y talento en todas las facetas de la actividad humana, y la artística e intelectual no es una excepción. No entiendo entonces por qué se niega tan a menudo la capacidad creadora de los artistas canarios si se reconoce la imaginación en la agricultura, el turismo o la supervivencia. No todos los que esculpen son escultores, pero les aseguro que hay grandísimos escultores, ni todo el que tiene una guitarra es compositor, pero hay excelentes compositores; y así en todo. Canarias ha padecido todas las crisis del mundo, pero nunca la creativa. De modo que las carencias de eso que llamamos cultura hecha en Canarias no están en la creación, sino en la difusión y el conocimiento de lo que se crea. La solución es obvia: no hay que estimular, promocionar o subvencionar a nadie para que escriba, componga, pinte o baile (que es lo que a menudo se hace, es lo más fácil), hay que dar a conocer lo que existe, pues la creación nace por sí misma pero la difusión necesita cauces que no están en las manos de los creadores. No hay más: así de sencillo y así de complicado, y ahora ya verán cómo desaparecen muchos presupuestos culturales, pero siempre habrá para las grandes puestas en escena y para los figurones de siempre.
A nuestra ciudad de Las Palmas de Gran Canaria le cabe el triste privilegio de haber sido el trampolín desde el que el odio fue lanzado hacia un futuro demasiado largo. Pérez Minik decía que había dos cosas que no perdonaba a los canarios, haber dejado salir a Franco y no haber dejado entrar a Nelson. Un error por capital, para estar parejos, aunque no estoy seguro de qué habría pasado si hoy fuésemos ingleses a medias como Gibraltar. Ya es hora de enterrar a los muertos, de mirar hacia adelante, de que nuestro hijos vivan como una página del pasado las dos Españas de Machado. Ya es hora, y lo digo a quienes siguen hurgando en las heridas que creíamos cicatrizadas. Estamos en el siglo XXI, dejen de cultivar el odio y hagan que las nuevas generaciones vivan en paz. Queremos todos vivir en paz. La memoria es importante para no repetir los errores, no sirve para echar a la cara la sangre del pasado. Para eso sí vale la memoria. Han pasado tres cuartos de siglo, y ya es hora de que termine la guerra en todos los frentes.