Energía nuclear limpia y mortífera
La frase que más molesta cuando algo sale mal es » te lo dije», y por eso nunca la uso cuando a una persona le sucede algo sobre cuyos peligros se le había advertido. Sin embargo, cuando hablamos de dirigentes políticos, y más a escala mundial, hay que recordar que desde que en 1945, con las bombas de Hiroshima y Nagasaki, se vieron las consecuencias de la energía nuclear fuera de control, una y otra vez se ha advertido sobre la imposibilidad de controlar unos elementos al cien por cien. Con la crisis nuclear en Japón parece que las mentes han despertado y ven el peligro, digo yo que será porque en Japón se abrió el terror nuclear y de alguna forma este accidente cierra el círculo. El momento no puede ser más inoportuno, porque con la conflictividad en los países árabes y la situación política en Venezuela también el petróleo está en la picota. Es decir, estamos ante una crisis energética sin precedentes, y si la solución es el biocombustible ya me dirán qué vamos a comer si el maíz, la soja y el trigo los convertimos en gasolina. Ahora vienen los kiries en la UE, y vuelve a producirse el hecho repetido de que lo que no ocurre en años pasa en unas horas. Nadie puede parar las consecuencias de un terremoto de 9 grados, y la soberbia de los seres humanos hace que construyan centrales nucleares en lugares propicios a movimientos sísmicos de gran intensidad. Pero es que, además, las centrales son peligrosas per se, sin terremoto que las ataque, y pueden ocasionar cataclismos terribles. Ocurrió en Chernobil, y las 143 centrales que hoy funcionan en la UE son bombas de relojería. Por no hablar de los depósitos radiactivos. Tal y como están las cosas, yo que soy un enemigo frontal del cine casposo, a lo mejor me voy a ver Torrente 4, para no tener que echarle a la cara a los prepotentes que defienden la energía nuclear la frase devastadora: «te lo dije».