Proteger no es imponer
Europa y todo el Occidente judeocristiano han hecho un largo recorrido que ha pasado por la tiranía, el feudalismo, la monarquía absolutista, la revolución burguesa y la industrial hasta llegar a lo que hoy es la democracia occidental, que según decía Tierno Galván es el menos malo de todos los regímenes políticos. Ese recorrido social, histórico y cultural no ha tenido lugar en el mundo islámico, pues algunos países se han saltado la revolución burguesa y entraron de prestado en la industrial y supuestamente contemporánea porque el comercio del petróleo lo impuso; pero en lo otro van a otra velocidad, y hay una dicotomía muy clara, que se ve desde lejos en estados como Irán o Arabia Saudí. Cuando las potencias europeas descolonizaron lo hicieron mal, y de aquellos polvos vienen estos lodos, porque siempre consideraron que sus antiguas colonias sólo eran reservas de materias primas, mano de obra barata y posible mercado futuro. Si ahora la coalición internacional que quiere redibujar Libia a fuerza de misiles pretende actuar en las revueltas del mundo árabe más allá del papel de árbitro y trata de imponer democracias al modo occidental volverá a cometer el error de siempre. Parece que no se dan cuenta de que por la fuerza es imposible, y ahí están Afganistán e Irak como anuncios de lo que puede pasar si Occidente se empeña en lo mismo. Hay pasos que todavía no se han dado y la historia es muy puñetera cuando te la saltas. Hay que salvaguardar los Derechos Humanos, pero tratar de cambiar un régimen desde fuera y por la fuerza, como pretenden los ingleses, sería un disparate y desde luego no una solución, sino la mecha de más conflictos. Y si no recuerden a Georges Bush declarando el final de la guerra de Irak en la cubierta de un portaaviones… Y la guerra sigue.