A la aristocracia por las letras
No me sorprende que el Rey haya concedido el título de marqués a varias personas, entre ellas a Vargas Llosa y a Vicente del Bosque. Es evidente que son figuras muy destacadas en su campo de acción, pero nunca pensé que se podía llegar a nobleza escribiendo libros o jugando al fútbol. Ocurre siempre en España, cuando a alguien le dan un galardón importante, detrás le cae un rosario de distinciones, es como si quienes los conceden no quisieran arriesgarse. Particularmente me llama la atención el marquesado de Del Bosque, a quien nadie le niega su talento y su talante, pero el triunfo de la selección española es el resultado de un trabajo y un estilo que viene de lejos. Aparte de los jugadores (por poner un solo ejemplo, Casillas salvó claramente dos veces el Mundial) esto viene de Luis Aragonés, que es un cascarrabias y no es especialista en atraer simpatías, pero se mantuvo en una idea, que se basaba en el estilo de juego del Barça y su ya larga política de cantera, por lo que a lo mejor hay que hacer marqués a Cruyf, que es el origen de todo. Pero España es así, y siempre llueve sobre mojado, así que a Vargas LLosa y a Vicente Del Bosque les van a caer todavía una catarata de medallas, títulos y homenajes. Y es un aviso a navegantes, así que quienes jueguen al fútbol o escriban libros saben que corren el peligro de que un día los hagan marqueses.
El poderío de Alemania es tremendo, y su capacidad de recuperación admirable, como ha demostrado después de las dos guerras mundiales. Tan sólo necesitó una década para estar otra vez en el liderazgo. Comparada con la destrucción de 1945, esta crisis es un juguete para los alemanes. No sé si eso es bueno o malo, pero es así: ni Comisión Europea, ni Presidente de la UE, ni Banco Central Europeo, ni Parlamento de Estrasburgo, ni gaitas desinfladas. Merkel actúa por encima del bien y del mal. Europa capital: Berlín.