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Ha muerto un escritor honesto

EZEQUIEL[1].jpgAcabo de conocer la tristísima noticia de la muerte del escritor tinerfeño Ezequiel Pérez Plasencia, uno de los grandes cuidadores de la palabra que ha dado nuestra literatura. Gran periodista y magnífico narrador, fue haciendo una obra sólida y cosechando amigos y respeto literario. Ahora mismo no tengo capacidad para expresar el impacto que me ha producido la noticia, pero sin duda la literatura de esta tierra hoy está de luto. Hasta siempre, amigo.

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Chacho, chacho, el Parlamento

Cuando hace unos días el pleno del Parlamento de Canarias aprobó una proposición no de ley apoyando por unanimidad la candidatura del físico Blas Cabrera para ser homenajeado en el Día de las Letras Canarias 2012, se saltó la normativa dictada al respecto, que establece que se dedique cada año a «un autor diferente de nuestra literatura». ttommma.JPGVisto que Blas Cabrera no fue un literato, y después de un debate social que ha trascendido a los medios, la parlamentaria Dulce Xerach rectificó. Lo consecuente es que el Parlamento -no una sola diputada- se retractase porque se ha equivocado. Pero no, no se desdicen y ahora la Mesa del Parlamento (los que se sientan arriba, que son cinco) decide proponer a Pancho Guerra, que sí fue un escritor y entra en la normativa. ¿Es que los cinco componentes de la Mesa no votaron en el pleno que aprobó la anterior proposición? ¿Por qué no rectifican el error anterior? Lo único que falta es que otro órgano parlamentario -la Junta de Portavoces, por ejemplo-, proponga a un tercero, y ya puestos que hagan proposiciones los grupos parlamentarios por separado, los servicios jurídicos, los ujieres y los operarios de mantenimiento del edificio del Parlamento. Un poco de seriedad, y dejen que las cuestiones específicas las traten y decidan los organismos que tienen competencias para ello.

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La profesora de la Unión Soviética

xmurgaa.JPGAl escuchar el discurso del Estado de la Nacionalidad del Presidente canario, me pareció volver a los chistes críticos sobre la Unión Soviética, que circulaban durante la Guerra Fría. Había libros completos que afirmaban que aquellas chanzas procedían de la URSS. Es decir, que los rusos tenían sentido del humor, negro en este caso. Uno de los más populares en los años setenta era el que contaba que un maestra rusa de Primaria glosaba a su alumnado las maravillas de aquel sistema. «En la URSS», decía la maestra, «todos los niños están escolarizados, la gente come tres veces al día, tiene vivienda y abrigo para el invierno, hay acceso a la cultura en todas sus manifestaciones, todo el mundo tiene derecho a unas relejantes vacaciones, a ser atendido en los hospitales cuando está enfermo y a vivir su ancianidad sin problemas, protegido por el Estado; y lo que es más importante, en la URSS hay libertad y no la opresión de la sociedad capitalista». Una niña de la primera fila levantó la mano y exclamó: «¡Señorita, Señorita, yo quiero irme a vivir a la Unión Soviética!» Pues eso, después de haber escuchado el discurso de Paulino Rivero, no puedo menos que gritar: «Presidente, Presidente, yo quiero irme a vivir a Canarias!»