Un aniversario distinto de la RASD
Cada año, al finalizar febrero, se recuerda el aniversario de la fundación de la RASD, y van 35. Los elementos que se manejaban siempre eran fundamentalmente tres: Marruecos, Argelia y La ONU. Este año el asunto es bastante más complejo, porque no sabemos en qué medida van a afectar a los saharauis los acontecimientos que están sucediendo en el Norte de Africa y todo el mundo árabe, y en su caso si va a ser a favor o en contra.
Los saharauis viven en el desierto de Tinduf, que es territorio argelino, y los movimientos que están ahora mismo en ebullición podrían cambiar sustancialmente las líneas de conducta de los gobiernos implicados, así como las posiciones de las potencias europeas y Estados Unidos. Una cosa parece muy clara, y es que, pase lo que pase, Marruecos siempre reivindicará el territorio sahariano, haya el cambio que haya, si es que se produce. Siempre se ha dicho que en política lo que no sucede en décadas pasa en una semana. Lo vimos cuando cayó el Muro de Berlín y puede que esté pasando ahora en esta zona tan sensible. Por eso este aniversario de la RASD es muy particular, porque puede que en minutos cambien los interlocutores.
No es verdad, Europa es un continente muy castigado por todo tipo de desgracias. Desde la época de los romanos, los europeos se han peleado por fronteras, religiones y etnias. Queda esa sensación de que es la cuna de la civilización occidental, pero también lo es de los genocidios y la intolerancia. Como dato, en la hoy próspera y ejemplar Austria, que fue un centro generador en muchos aspectos (político, intelectual, científico) durante los dos últimos siglos, después de la II Guerra Mundial y hasta bien entrados los años cincuenta hubo casi una hambruna, hasta el punto que muchos niños fueron evacuados a otros lugares de Europa para que comiesen tres veces al día. Inglaterra también pasó hambre por esa época, y ni en Francia ni en Alemania se vivía prosperidad. Sobra hablar del sur de Italia, de Grecia, España y Portugal, porque sabemos cómo fueron aquellos años de plomo. Europa está perdiendo una oportunidad de oro en estos momentos, y los errores que hoy se cometan (por acción u omisión) pueden traer consecuencias futuras no deseables. Así que, no creamos que Europa está vacunada contra los desastres, pero al contrario que otros países con menos recursos, tiene la ocasión de evitarlos, y para ello hace falta una generación de políticos, empresarios e intelectuales que dé la talla. Esa es la gran pregunta: ¿Los tenemos?