Haití un año después

Hay pueblos que parece que sobre ellos ha caído una maldición. Haití es uno de ellos, un lugar en el que se mezcla la extrema pobreza con los sistemas políticos corruptos y la ignorancia que es manipulada por creencias esotéricas como el vudú o el convencimiento de que los muertos vuelven físicamente del más allá (zombis). Con estos ingredientes no hay manera de que u pueblo avance, sobre todo cuando sus dirigentes se aprovechan de todo eso para amasar fortunas inmorales a costa del sufrimiento ajeno.
terremoto[1].jpgAsí era Haití hace un año. Pero encima la tierra se movió, con una intensidad que en países como Japón significaría un contratiempo (6,5), pero que en lugares de construcciones endebles es la destrucción total. También parece que a los pueblos más pobres les ha tocado habitar en los lugares más peligrosos del planeta. Luego ha llegado el cólera, y la comunidad internacional no ha cumplido lo que prometió en la conferencia de donantes, pero sí que ha habido dinero para misiles, portaaviones y tanques. La verdadera maldición de Haití es la crueldad del ser humano, lo mismo que sucede en Darfour, en el Congo, en Somalia, en Liberia o en Birmania (o como se llame ahora). Lo único que saben hacer las grandes potencias es venderles armas y expoliar sus recursos.

Un comentario en “Haití un año después”

  1. Parece una maldición divina, y son casos como este el que lleva a decir a mi madre que si existiera Dios, no permitiria esto.
    Ni los humanos, que triste que después de un año siga todo a peor.
    Emilio si no la has visto vete a ver También La LLuvia, de Iciar Bollain.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *



El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.

En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.