¿Se nos echa encima el Tea Party?
Un trabajador jubilado baqueteado en las luchas sindicales me comentaba hace unos días que nunca podría entender por qué un obrero vota a la derecha, y mucho menos a la ultraderecha. Pero es así, porque la inmensa mayoría de los votantes son personas trabajadoras, ya que el dinero y el poder es de unos pocos. Si a la derecha le votaran sólo los ricos y poderosos sería una fuerza testimonial en cualquier parlamento.
Y esto ha vuelto a suceder en Estados Unidos. Muchos pobres, inmigrantes, mujeres, hispanos y negros han tenido que votar al Tea Party para que hayan cosechado tal éxito electoral, porque ellos por sí solos son cuatro gatos. Los cuatro que con el voto del trabajador quieren desmantelar el Estado de Bienestar en esta Europa nuestra. Incomprensible que alguien le dé al otro la soga con que lo han de ahorcar. Pero sucede una y otra vez, en Gran Bretaña con Cameron, en Francia con Sarkozy, y ahora en plan aún más reaccionario en Estados Unidos. Ya sucedió -y este es un caso muy extremo- en las históricas elecciones alemanas de 1933 que llevaron a Hitler al poder. Y me pregunto quiénes serán los que darán la cara del Tea Party español, porque les aseguro que va a aparecer antes de las elecciones generales de 2012. ¿Mario Conde?¿Esperanza Aguirre? ¿Un testaferro de los medios de comunicación afines? ¿El mismísimo Aznar montado en un caballo blanco?
Espero que a esta hora las autoridades iraníes no hayan ejecutado a Sakineh, la mujer que fue condenada a ser lapidada por adulterio y por colaborar en el asesinato de su marido. Ante la presión internacional cambiaron la lapidación por la horca, todo un detalle. El problema básico en este asunto es que nunca se ha celebraco contra Sakineh un juicio por asesinato, de manera que se han empeñado en ejecutarla sea como sea, y eso atenta contra los más elementales principios de la justicia; es decir la ajustician sin juicio. El caso es que sirva de escarmiento y a la vez como mensaje político de que ellos hacen lo que les da la gana. Está claro que incluso si fuera culpable y se hubiera celebrado un juicio, tampoco hay que matarla, porque la pena de muerte es inhumana. Ya sé que dirán que también lo hacen en Estados Unidos, pues también allí es inhumana. Ojalá esta ejecución anunciada para hoy finalmente no se produzca, se esclarezcan los hechos y haya justicia para esta mujer. Seguir lo que quiere Teherán es una muestra más de intolerancia y desde luego el colmo del machismo.