Primavera chilena en septiembre
Septiembre es un mes triste, aunque llegue la primavera a Santiago, y la memoria nos devuelve tiempos idos, como la época terrible de los años setenta en Hispanoamérica. El de septiembre es la fiesta nacional de Chile, la que fecha que cantaba Violeta Parra, la que recordaba Víctor Jara, la que estremece a los biennacidos en la cueca larga que es Chile, desde Antofagasta a Puerto Mont. Y el 18 de septiembre, fecha gozoza para los chilenos, ha quedado incrustada en medio de otros dos números septembrinos, dolorosos ambos, a la distancia triste de un cuarto de luna: el 11, fecha maldita en la que Allende entregó su vida a la democracia, y el 24, cuando la atronadora voz de Pablo Neruda enmudeció de pena bajo la lluvia pobre de Santiago, después de firmar de nuevo el poema Sátrapas, escrito ya en España en el corazón. Cambió sólo los nombres porque la tiranía siempre se escribe igual; con sangre. Ahora Chile sufre con las consecuencias del terremoto y mantiene la esperanza de que los mineros atrapados salgan a la superficie.
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(El poeta Pablo Neruda murió en Santiago de Chile el 24 de septiembre de 1971, 13 días después del golpe de estado de Pinochet).