El gran cambiazo que quieren darle al asunto del Sahara es otra pirueta criminal, como la de Afganistán, como la de Palestina, como la de Yugoeslavia. Y encima tenemos que tragarnos una y otra vez esos valores supremos de la prepotencia norteamericana. Aznar se atusa los bigotes, cuenta chistes malos y pinta menos que el sastre de Tarzán por muy presidente de Europa que sea. Otón I quiso hacer una Europa única hace más de mil años, y Carlos V, y Napoleón, y Hitler, todos a punta de cuchillo, y ahora se pretende hacer esa Europa a punta de cuchillo norteamericano. Si es que ni siquiera podemos ver en los cines películas europeas. Antes veíamos todas las de Truffaut, Godard, Gassman, Jurgens, Fasbinder… Y ahora, que estamos en Europa, sólo cine americano.
España, que tiene un deber moral con el Sahara como antigua potencia colonizadora y desastrosa descolonizadora, debería aprender de su vecino Portugal. Sí, ese país pequeño que un día también fue imperio, y que al menos tuvo la elegancia de intervenir a favor de la paz en Timor, y gracias a su buena gestión ha sido posible una independencia en concordia. Tenemos tanto que aprender…
Un comentario en “El Sahara (y II)”
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Las actuaciones realizadas por los saharauis para su independencia consistieron, para empezar, en matar españolitos de a pie, inocentes, entre quienes tuve (y seguiré teniendo mientras mantenga mi recuerdo consciente) a un entrañable amigo. Hablar con el Frente es como hablar con ETA, y por ahí yo no paso.
La fijación de la izquierda española con los saharauis resulta, como poco, elemental en una táctica simple: Todo lo que se pueda, atacar a EE.UU. Incluso defendiendo el odioso «régimen» cubano que el mismo Fidel dice que ya no les sirve ni a ellos.
Si los americanos no estuvieran presentes, nadie se habría fijado en Sáhara, como nadie se fija en el centro de África: No importa. No hay americanos. Así son las cosas, para un lado y para otro. Detestables.
Saludos.