Los géneros novelísticos están establecidos en los manuales pero sus límites son difusos. Sabemos con claridad que El halcón maltés es una novela negra, que Memorias de Adriano es una novela histórica y que Un mundo feliz es ciencia-ficción. Sin embargo, hay otras novelas que entran en distintos géneros pero se contaminan de otros. Pero cabría preguntarse si El nombre de la rosa es histórica, gótica, negra, detectivesca, erudita o qué sé yo, porque participa de muchos géneros aunque su eje central se sostenga en la investigación de una serie de crímenes. Por lo tanto, deberemos convenir que la adscripción de una obra a un género determinado viene dado porque su ensamblaje responde primordialmente a este, aunque haya intersecciones de otros.
En Canarias, el género negro se ido imponiendo en los últimos años, desde que Antonio Lozano, desde la novela, y Dolores Campos-Herrero desde la narrativa corta, pusieron las primeras piedras de un edificio que hoy es muy sólido, y que cuenta entre sus pilares a José Luis Correa y Alexis Ravelo, además de incursiones en el género de otros autores, incluso de aquellos que nunca lo habían transitado.
Y me ocupo hoy de Alexis Ravelo, que sostiene una serie de novelas detectivescas en la figura del Eladio Monroy, pero que se mueve, además, por otros registros en los que lleva otra línea y que ha llamado La iniquidad. La primera entrega fue La noche de piedra, y la segunda, muy reciente, es Los días de mercurio. Son novelas que nacen alrededor de atmósferas muy cerradas y que podríamos considerar muy cercanas al género negro, historias independientes pero que obedecen al propósito del autor de retratarnos una época muy complicada para nuestra sociedad.
Los días de mercurio es una historia que transcurre en los años cincuenta del siglo pasado. Aparte de su propia naturaleza de relato de intriga, es un fresco de cómo era la sociedad en plena dictadura, cuando las paredes oían y una palabra de más podía costar incluso la vida. Aparentemente se trata simplemente de resolver un asesinato, pero hay mucho más, como en toda buena novela de género que se precie, pues pocos como los grandes nombres de la novela negra americana han retratado aquella sociedad con tanta precisión y lucidez, dejando una estela que llega hasta el mismísimo Cortmac McCarthy, y a la que no son ajenos autores como Paul Auster, que aparentan venir de otro sitio. La ironía, el sarcasmo y hasta la crueldad más terrible aparecen en la manera de narrar de Alexis Ravelo, que sabe que el lenguaje forma parte del decorado de una historia. Mostrar un mundo cruel no puede hacerse sin un lenguaje adecuado, y cuando se distancia surge el sarcasmo para retratar situaciones que por desgracia no está muy lejos de la realidad, cuando no son sobrepasadas por esta.
Ravelo entró en la literatura de puntillas, hará unos diez años, con un libro de relatos que tituló Segundas personas, y desde entonces no ha parado de producir, porque está en el momento más exuberante de su creación, cuando ya tiene experiencias vitales y literarias y sigue teniendo la energía que da la juventud. No cesa de publicar novelas, relatos, libros para niños y de trabajar en otros soportes, porque es un escritor de su tiempo, y sabe que la literatura no acaba hoy en los libros. En los mentideros siempre hay quien dice aquello de «Alexis escribe demasiado». También lo dicen de Santiago Gil. Pero, claro, eso lo afirman quienes dicen que escriben, aquellos que «tienen escritorio», como escribió Alonso Quesada en una de sus crónicas más afiladas, y que se proclaman tan autocríticos que su libro inacabado sigue ahí porque seguramente es indigno de ellos. O sea, que son unos mantas sin creatividad ni talento y critican a quienes están creando su obra y están en su mejor momento vital para hacerla. A veces cuesta seguir la trayectoria reciente de Alexis Ravelo, y me alegro de eso, porque quiere decir que está en plena ebullición, trabajando en varias líneas creativas, paralelas unas veces, divergentes otras, sobre todo cuando escribe para niños, y siempre con la mirada en el horizonte.
Pero no me he perdido sus dos entregas de La Iniquidad, y tengo que decir que Los días de mercurio es una novela tremendamente eficaz en su desarrollo. Tal vez para otros la eficacia sea una cosa menor, no para mí. El gran prestigio que tiene entre los críticos la prosa enrevesada de autores como Vila-Matas o Javier Marías a veces me supera. Es indudable que son dos grandes maestro del lenguaje, pero no diría yo que lo sean de la novela entendida como relato. El narrador eficaz es aquel que no exaspera al lector porque siempre está suministrando datos nuevos que van construyendo el edificio de la historia que cuenta. Y eso Alexis Ravelo lo hace con máxima eficacia, y tiene además la habilidad de contarlo todo y a la vez ocultar algo que inquieta. Sin duda esa es una técnica propia de los escritores de novela negra, y ese tipo de prosa ha ido adhiriéndose a la manera de escribir de Ravelo hasta el punto de hacerlo reconocible. Es decir, tiene voz propia, una voz que deja vivir a sus personajes y no los ahoga en los arabescos lingüísticos que otros enarbolan como estandarte. Decía Benedetti que no perdonaba a un narrador que no le contase una historia. Está claro que Alexis Ravelo estaría más que perdonado.
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(Este trabajo fue publicado en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7 del pasado miércoles)
2 opiniones en “Escritores sin escritorio pero con obra”
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No conocía a Alexis Ravelo y su tipo de escritura. Gracias por hacer este repaso de él y sus obras.
Soy una gran seguidora de la Novela Negra, hay muchas mujeres que la escriben, quizás porque hemos tenido que serpear tantos obstáculos que nos movemos bien en ese género. La saga de la Dra Scarpetta, P.D.James, Sue Grafton y el alfabato del crimen, adaptando sus títulos al Castellano.
Pues será cuestión de leer alguna de Alexis Ravelo.
Me haces un gran Favor Emilio.
Y una cosita ,a Javier Marías no lo soporto, es un baboso de las letras.
Sin acritud y con mucho cariño, Dumi, pero…
Llamar «baboso de las letras» a Javier Marías porque sus publicaciones traspasan las lindes habituales de las novelas, me parece excesivo. Marías es el hijo de quien es, y eso marca, se quiera o no. Siempre que va a alguna parte, filosofa. Y eso puede ser pedante, pero baboso…
Siempre estamos lloriqueando por la atención que se le da al de fuera y todo eso, vale. Pero cuando se hace una novela y se curra, como Marías, como Pérez-Reverte, Álvaro Pombo y tantos otros, no se pueden emplear los mismo raseros que para los Zafones, Larsones, Brownes y compañía. ¿No te parece?
Y saludos.
(Y desde luego, Ravelo es recomendable cien por cien.)