El mundo al revés
Todo está cambiando con una velocidad que da vértigo. Hasta el tiempo cambia, dicen, porque ha vuelto a hacer frío y a llover en las medianías. Hago memoria y recuerdo un mitin en la plaza de Santa Ana durante la campaña electoral de 1977, y hacía un frío que pelaba. Eran los tiempos de la Transición, y entonces todo era ilusión y energía. Cambia hasta la percepción de aquellos años, que se han tenido por ejemplares durante décadas.
Ahora resulta que los padres de la Constitución -que hasta ayer eran un espejo democrático en el que mirarse- eran unos gallinas, que hicieron un paripé, se saltaron lo esencial, que era la justicia con la dictadura y nos vendieron una democracia descafeinada. Había que estar entonces, con aquellos militarotes dispuestos a saltarnos a la yugular y perpetuarse en la opresión. Yo ni defiendo ni ataco, sólo digo que ya nada es igual, y que la libertad sin ira que cantaba Jarcha se ha vuelto iracunda y ya no sé si es siquiera libertad. Tal vez el volcán de Islandia afectó no sólo a la aviación, y las toneladas de cenizas que lanzó a la atmósfera retienen los rayos solares y vamos a tener un verano atípico. Ya saben que hubo un verano planetario muy frío en 1816, a causa de las cenizas lanzadas por el volcán de Tambora. Entonces el verano europeo parecía invierno, se perdieron las cosechas y hubo una hambruna. Este volcán no es tan brutal como aquel, pero puede que esté afectando momentáneamente al clima. O no, pero como ya todo es contradictorio, el PSOE prepara una reforma laboral estilo PP y este se dice defensor de los trabajadores, puede que estemos en un mundo al revés. Hasta Obama se permite decir que va a patear el culo a la petroleras. Cosas veredes. Ya están apareciendo los signos y yo voy a tomarme la medicación antes de que empiece a nevar en Maspalomas y el Papa publique una encíclica defendiendo el preservativo.