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CENIZAS DE UN VOLCÁN DE LA QUINTA PUÑETA

Como si en Canarias no hubiese volcanes, hoy nos hemos levantado con la nube de cenizas de un volcán que está en la quinta puñeta. Esto sí que es globalización de la mala. Con los aeropuertos inactivos, estamos como hace un siglo, a golpe de barcos. A ver si al menos esto nos hace darnos cuenta de una vez de la fragilidad de nuestra geografía. ¡Quién iba a decirnos que un volcan islandés iba a afectarnos de forma tan directa! El mundo es un pañuelo.
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Y este el el post que tenía preparado para hoy:
DESPUÉS DE CONEJO IDO…

asilll.JPGLlevamos 24 horas leyendo y escuchando que el FMI y la UE han creado un fondo de 750.000 euros para solventar problemas de los socios comunitarios, de manera que por lo visto es una especie de blindaje del euro. A los simples mortales esto nos suena a chino, porque ni entendimos la burbuja financiera ni entendemos que ahora se inventes esa pila de millones. Tampoco entendemos por qué. Dicen que eso podía hacerse hace tres meses, con los que afirman que hubiésemos evitado la caída de Grecia y la rumorología que ha hecho mella en nuestra moneda. La gracia está en que ahora todo ese dinero es sólo una cifra, pero que repercutirá en la ciudadanía. Unos cuantos toman decisiones y luego si se equivocan nos echan la bronca, como si nosotros hubiésemos podido hacer algo. Casi me parto de risa cuando vi hace unos días la entrevista que Gabilondo le hizo a Felipe González, que forma parte de ese comité de sabios que se ha inventado la UE. Felipe parecía tener solución para todo, sabía las causas y los efectos y sermoneaba por lo que no se había hecho y por lo que se hizo mal. Debe ser que en los último 14 años, desde que dejó el poder, ha entrado en contacto con los dioses, porque la pregunta obvia es que, si él y los demás sabios que son de su jaez saben, tanto cómo es que no hicieron lo debido cuando gobernaban. Así que ahora tenemos el euro blindado, las bolsas suben y el sistema financiero y los mercados están contentos. Pues qué bien. Luego no vengan a decirme que la culpa es mía si algo sale mal. Como dicen en mi pueblo, después de conejo ido, palos a la madriguera.

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Adelgazar las administraciones

Cuando se habla de adelgazar las administraciones públicas para generar menos gasto en plena crisis, siempre se piensa en suprimir personal, con lo que se genera paro, aunque tal vez el beneficio general sea mayor porque ese dinero crea empleo por otra parte. No lo sé.
Sí estoy seguro es de que hay dos capítulos en los que se podría ahorrar mucho dinero. El primero es el de las comidas de cargos y ayudantes de hasta cuarto nivel a cuenta del presupuesto, que se prodigan diariamente y que casi siempre son con mesa y mantel de altura. Hay comidas imprescindibles o aconsejables -las menos- pero es que ya se ha convertido en una costumbre inútil que cuesta mucho dinero al año.
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(Muchos cargos públicos sueñan con un avión como el del Presidente de Estados Unidos)

El segundo capítulo es el de los viajes. Hay algunos que son necesarios -también los menos-, pero con el desarrollo de las nuevas tecnologías gran parte de ellos se ahorrarían usando una simple videoconferencia, con lo que no hay que pagar viaje, hotel y dietas al cargo y su cohorte. Tanta entrevista protocolaria y tanta presencia aquí y allá pueden ser sustituidas por la presencia virtual, y de esa manera se amortizarían de paso los costosos equipos técnicos que se han instalado en muchos edificios públicos.

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¿Por qué se juegan la vida?

Desde muy antiguo el hombre quiso ir más allá, el «Plus Ultra» de los latinos, y gracias a este deseo de superación individual la Humanidad ha avanzado en su conjunto. Entiendo que un atleta sueñe con llegar el primero o batir un récord, que un equipo quiera ser campeón o que alguien desee inscribirse en un palmarés como el que más horas seguidas ha bailado, el que ha hecho la paella más grande o el que más kilómetro que ha recorrido con una bicicleta de paseo.
avIOLETA 1.JPGLo que no entiendo es el juego al límite que compromete la propia vida. Alguien puede morir accidentalmente en una carrera ciclista o en un Gran Premio de Fórmula 1, pero es eso, un accidente, que puede pasar en cualquier parte. Me refiero a ese desafío irracional a la muerte cuando se escala una montaña de ocho mil metros, cuando un domador se encierra con fieras en el circo o un trapecista hace piruetas sin red. Eso no lo entiendo, por eso nunca me gustó el circo, pagar una entrada para ver cómo alguien se juega la vida.
Y, por supuesto, tampoco entiendo los toros. Dejando aparte el debate sobre las corridas desde el punto de vista de la defensa de los animales, entiendo que en una faena puede haber plasticidad, pero que alguien se juegue la vida para que yo vea cómo se conforma una figura estética en un albero me parece irracional. Admiro a quienes arriesgan su integridad por una causa noble o para tratar de conseguir un bien mayor (salvar a otros), pero no entiendo por qué causa se juega la vida José Tomás, que cuando se arrima es jaleado por miles de personas que pagan para verlo, como a los trapecistas, los lanzadores de cuchillos o los domadores.