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Un lunes real

No sé con qué sensación se habrán levantado esta mañana, pero este fin de semana ha sido raro, precisamente porque todo ha parecido normal. Pasó el miércoles, cuando Zapatero compareció en el Congreso para poner a saltar de rabia a una parte de la población y de satisfacción a otros, entremezclados banqueros, dirigentes extranjeros y miembros del PP que ven cómo se les viene a las manos la posibilidad de alcanzar el poder. Hasta el viernes, e incluso el sábado, la gente echaba cuentas de cuánto se podría ahorrar el Estado haciendo esto o lo otro, y viviendo una especie de pesadilla que otros se empeñaban en convertir en esperanza, combinado con el otro tema-estrella: el asunto del Juez Garzón.
aaDSC3035.JPGPero llegó el sábado, y aunque se seguía hablando de lo mismo, hacia el atardecer apareció una especie de bruma salvadora y el mundo se volvió parecido al de siempre: Se corría el Gran Premio de Mónaco, el Papa volvía a pedir perdón, se decidía la liga de fútbol por arriba y por abajo, Nadal volvía a ganar a Federer en tierra batida y Wody Allen montaba el numerito de sus ocurrencias en Cannes. Todo normal, incluso una nueva acusación diferida en el tiempo a Polanski de tener sexo con una menor. Hoy es lunes y la realidad ataca de nuevo. Vamos a ver qué nos depara. Como dato, dentro del paroxismo propio del PP, hay que salvar la prudencia de Rajoy al no hablar de elecciones anticipadas mientras España siga en la presidencia de la UE. Ya verán cómo el 1 de julio, lo primero que hará el líder del PP al levantarse será pedir esas elecciones inmediatamente. Puede que su gente lo empuje y lo haga antes, pero entonces dejaría claro que no es un hombre de Estado.

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La tragedia como espectáculo

a111.jpgNo sé si es porque ahora tenemos información al minuto, y a veces sobreinformación, pero uno tiene la sensación de que pasan cosas muy gordas, aunque luego se difuminan en pocos días debido también a que vienen otras noticias que lo medios hacen espectaculares aunque no lo sean. También puede ser que estemos viviendo una época en la que realmente pasan cosas terribles y encima lo sabemos enseguida, y ya se nos han creado callos porque la mayoría de la gente no parece afectada.
Hace años, había un terremoto en Managua y era tema diario de conversación durante meses, se hacían cuestaciones públicas y los medios insistían en ello hasta el punto de que quedaba en la memoria colectiva. Así pasaba con el asalto al tren-correo de Glasgow, la crisis del petróleo de 1973, la muerte de cualquier Papa, el secuestro de un barco o la dimisión del ministro británico Profumo porque se había echado una amante que ponía en peligro la seguridad nacional. La hambruna en Biafra era titular todos los días y objeto de lamento colectivo durante años, y hoy ya nadie se acuerda del tsunami del Índico de 2006. Sólo se sigue hablando de las Torres Gemelas porque hay mucho interés en que se recuerde.
a222.jpgAhora se suceden los atentados con decenas de muertos, terremotos, tsunamis, crisis económicas de caballo, escándalos por pederastia, huracanes, guerras por todas partes, hambrunas, sequías, mareas negras de gran tamaño y hasta un volcán en Islandia que como los legendarios de Indonesia altera la vida de medio mundo. Pero no importa, todo es espectáculo, y estoy convencido de que si se supiera que un día de estos va a chocar contra La Tierra ese gran meteorito que lo reventaría todo habría cadenas de televisión dispuestas a retransmitirlo, no sé para quién. Se ha estimulado tanto la curiosidad que nos hemos vuelto insensibles.

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Cerrar etapas

Es curioso cómo a veces uno percibe que hay momentos en los que se cierran etapas. En estos días, por diversas razones, me he tropezado con lecturas, películas y emisiones de radio sobre personajes tan dispares como interesantes, y curiosamente me he percatado de que todos ellos fallecieron hace ahora alrededor de cincuenta años, como si el destino fuese cerrando carpetas. Seguramente todos hemos tenido alguna vez esta percepción, y siempre es fruto de la coincidencia casual de nuestro interés en esos personajes o en una época determinada.
aaDSCN3035.JPGEn muy poco tiempo, fallecieron tres de los iconos más señalados de cine del Hollywood clásico, Gary Cooper, Clak Gable y Marilyn Monroe, y también Michael Curtiz, el director de la inolvidable Casablanca, como si se cerrase una página dorada de un tiempo cinematográfico que hoy se nos antoja mítico. También se fueron Albert Camus, Boris Pasternak, Herman Hesse, Ernest Hemingway y la baronesa Blixen (Memorias de Africa), que firmaba sus libros como Isak Dinesen, cinco maneras distintas de vivir la literatura, cuando los escritores pesaban en la opinión de la gente. También se cerró esa carpeta, como las que clausuraron JFK y Edith Piaf, y también Jung, el discípulo aventajado de Freud, con lo que el psicoanálisis se quedó huérfano, y empezarían las nuevas corrientes, incluso las que lo negaban. Es como si se inaugurase un nuevo ciclo, aunque seguramente eso ocurre con cualquier tiempo que tomemos al azar. Pero como he tenido esa percepción se la cuento.