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Esa manera de hablar de los curas

Siempre me ha parecido que todos los curas tienen una manera parecida de hablar. De eso debió darse duenta también el dúo de humoristas Martes y Trece, que hacían una parodia de un cura con hablar muy suave y contenido. No sé si en los seminarios hay clases de una determinada escuela de oratoria, el caso es que los clérigos tienen todos ese mismo acento inalterable que invita a dormir.
alkhg.jpgDa igual que sea un párroco, un arzobispo o un cardenal, y también importa poco que sea español o latinoamericano, e incluso cuando hablan otras lenguas. A lo mejor es un tic que se les pega del uso continuado del latín. Cualquier clérigo, sea el portavoz de la Conferencia Episcopal, el Cardenal Cañizares, Rouco Varela, Blázquez o el oficiante de cualquier parroquia, tiene ese mismo tono. Es verdad que los pijos hablan igual en todas partes, y también los fumatas trasnochados y otros grupos, que da lo mismo Vallecas que el Carmel o cualquier suburbio canario. Hasta los Papas hablan igual. Tengo memoria de las voces y los discursos de media docena de pontífices, y el acento y hasta el timbre son muy parecidos. Incluso cuando el Papa es alemán o polaco, aunque arrastra un poco, al final tiene el mismo tono cansino de los Papas italianos. Y no es una crítica, es una curiosidad: ¿por qué todos los sacerdotes del clero regular hablan así? Fíjense que eso no ocurre con jesuitas o dominicos, que hablan normal cada cual con su personalidad, y no tienen ese cariz monorrítmico de los curas, que me recuerda al de los hipnotizadores que salen en las películas (nunca he visto una sesión de hipnosis al natural).

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Nos estamos olvidando del planeta

La obsesión por el dinero y el dominio de la naturaleza nos está conduciendo a nuestra propia destrucción. Parece mentira que en el año 2010 no se tenga claro que tiene que haber un equilibrio entre los avances tecnológicos y la naturaleza, y se den situaciones como la reciente aprobación de un nuevo catálogo de especies protegidas en Canarias, que en realidad desprotege a muchas de ellas. Ese equilibrio es lo que hoy llamamos ecología, término que fue acuñado hace siglo y medio por el científico alemán Ernst Haeckel, cuyos principio fueron enunciados en 1971 por el biólogo Barry Commoner en su libro El círculo que se cierra. Básicamente son cuatro: 1) Todo está conectado con todo lo demás. 2) Todo debe ir a alguna parte. 3) La naturaleza es quien mejor lo sabe. Y 4) No hay barra libre, ha de existir un equilibrio.
aecolo.JPGPor lo tanto, no es algo que se descubriera en Kyoto o Copenhage, y es terrible que se haya perdido un tiempo precioso, pues ya en los años 50 del siglo XX la escritora Rachel Carson advertía de los peligros para el planeta en su libro Primavera silenciosa. Los que tenemos una edad sabemos estos hace décadas, pues nos lo enseñaron grandes naturalistas que han dejado su mensaje bien claro, como Jacques Cousteau o Félix Rodríguez de la Fuente, o personalidades que tenían voz social, como César Manrique. Y así llevamos décadas, porque esto en los años setenta era bien conocido y divulgado, pero ni un solo gobierno hizo caso. Y ahora, encima que vamos con retraso, los intereses económicos se imponen a cualquier intento racional de control de nuestros ecosistemas. Es increíble ver cómo se movilizan los estados y las poderosas organizaciones mundiales por una crisis financiera, que al fin y al cabo es pasajera por fuerte que sea, y permanecen inermes cuando lo que está amenazada es la supervivencia de la vida sobre La Tierra.

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¿Qué va ser lo próximo?

No tendríamos que sorprendernos de que la inefable Belén Esteban haya ganado un concurso televisivo de baile habiendo sido la peor con diferencia. Ya vimos cómo un esperpento como el Chiquilicuatre fue a Eurovisión o cómo le dieron el Premio Ondas a Jorge Javier Vázquez.
abasura[1].jpgEso nos da una idea de hasta dónde está llegando la estulticia de nuestro pueblo, mangoneado desde las televisiones y embebido en machangadas sin sentido que siempre fueron el emblema de lo cutre, el chismorreo y la maledicencia.
Ya no me valen las reivindicaciones que aluden al pícaro clásico. Por ello propongo que revisemos los galardones nacionales y que se hagan por votación popular a través de sms. Así, tendríamos Premio Nacionales de acuerdo con quienes los votan del estilo de Karmele Marchante en música o un lanzador de cuchillos en artes escénicas. Así hasta el infininito. Daríamos un premio especial a Pepe Navarro, que fue el inventor de la telebasura, y a Mercedes Milá, porque en verdad Gran Hermano es un experimento sociológico que ha dado frutos: el objetivo está conseguido, nadie puede chistarnos en grosería, crutrez y esperpento del malo.
Ya puestos, para afrontar la actual crisis económica, propongo un gobierno de concentración con esta gente, lo que no tengo claro es quién iría a La Moncloa, pues ando indeciso, porque el hombre es Coto Matamoros, pero tengo miedo, no vaya a ser que le dé otra vez por suicidarse.