La muerte inútil de una adolescente
Lo sucedido en Seseña ha creado alarma social con razón. Una chica muere a manos de otra, da igual las circunstancias; en cualquier caso es terrible, porque nuestros jóvenes están tomando actitudes que recuerdan a tiempos mucho más primitivos. Si fue violencia accidental, asesinato o una pelea es indiferente, puesto que lo que pone los pelos de punta es la violencia tan brutal con que se conducen nuestros jóvenes, que no dudan en grabar peleas y palizas con los móviles y colgarlas en Internet.
Valorando opiniones autorizadas de personas expertas en el trato con adolescentes, existe la posibilidad de que si hubo desafío hubiera testigos. Es frecuente ver cómo se forman corros de niños y muchachos alrededor de dos que riñen, e incluso se anuncia por los pasillos de los colegios e institutos que a la salida va a haber una pelea porque ya existe un desafío. Y si no hubo testigos, también es probable que algunos chicos y chicas amigos de ambas supieran algo, bien antes o después del suceso, y desde luego conocieran el lugar donde buscar.
Ahora los políticos debaten sobre la Ley del Menor, y seguramente es importante. Pero lo fundamental es preguntarnos antes qué estamos haciendo mal para que este clima se haya creado. La ley es punitiva y funciona a posteriori. Lo importante es que el hecho no llegue a producirse. Habría que pensar en la prevención, y aquí hablamos claramente de educación, que no es algo que se circunscriba a las aulas solamente, es toda la sociedad la que tiene que participar en ese proceso, porque no hay mayor lección que el ejemplo.