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Leyes, normas, prohibiciones

Cuando hablamos de Estado de Derecho supongo que pensamos en un estado regido por leyes que son iguales para todos. Y es verdad que las leyes son iguales según la letra, pero luego vienen las interpretaciones, los prejuicios y los abogados de minutas carísimas. Pero es que, además, la mayor parte de las leyes aplicables a las personas son para prohibir algo, so pena de recibir una sanción.
apantal.JPGMenos mal que, desde la Revolución Francesa, todo el mundo es inocente de entrada, y es el ministerio público el que tiene que demostrar con pruebas que es culpable. Antes era al revés, eras culpable y tú tenías que demostrar tu inocencia, asunto muy complicado, porque a menudo sólo tienen coartada aquellos que la necesitan, porque, por ejemplo, no recuerdo dónde estaba yo y qué hacia la tarde del 17 de enero entre las 6 y las 7.
Pero este Estado se empeña en normativizarlo todo: lo que bebes, lo que fumas y un día de estos hasta lo que comes. Acabaremos vistiendo como mande un decreto, según las profesiones, como ocurría con los gremios en la Edad Media, que si eras panadero, aunque hicieras fortuna y fueses rico, no podías vestir seda, porque eso era un tejdo de hidalgos para arriba. Bien está que haya castigo para los criminales, pero es que estamos llegando a un punto en el que legislarán las recetas de cocina. Y tanta norma para nada, porque en el bar de enfrente montan una ruidosa juerga que no deja dormir al vecindario, y no pasa nada. Castigan lo más inverosímil y no actúan cuando va en beneficio de la mayoría.

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Hoy no me quiero levantar

zzDSCN3020.JPGHoy no me quiero levantar, como en aquella canción de Mecano, porque miras alrededor y sólo ves desgracias, tragedias, catástrofes. Como una muestra cercana, las inundaciones de Tasarte y los destrozos en las islas occidentales, y luego una borrasca detrás de otra, y hasta un ciclón. Nos llegan noticias terribles de todas partes, masacres ocasionadas por el hombre enarbolando banderas supuestamente positivas, y desastres naturales que pocas veces ocurren en tan poco tiempo. Es como si hasta el planeta se hubiese vuelto loco. Todo duele, pero duele más cuando hay un hilo afectivo. Madeira y Chile son como de la familia, pero también son muy cercanos Haití y la Francia destrozada por el temporal. Por eso hoy no me quiero levantar, mientras esté calentito en mi cama no pasará nada, como decía Agustín Millares, vivo en mi torre solo y no sé nada. Si no pongo la radio, no miro Internet ni leo la prensa, no me entero, porque tal vez los medios hablen del número de parados o de la barrabasada que propone la CEOE para el empleo de lo jóvenes. A veces es mejor no saber. Por eso hoy no me quiero levantar Si me lavantase, tal vez escribiría sobre el pulso Madrid-Barça, los previos al Oscar o cualquier otra cosa amable, como una huida. O sobre los poemas de Teresa Iturriaga o los libros recientes de Santiago Gil, Ángeles Jurado y Juan Ramón Tramunt. Lo mismo me levanto y en lugar de escribir me pongo a leer cualquier cosa que no sean noticias.

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España partida en dos

El tema de los toros vuelve a poner de manifiesto la panda de gañanes, aprovechados y demagogos que nos gobiernan. Se puede estar a favor de las corridas taurinas, o se puede estar en contra -de hecho a mí me parecen una salvajada-, pero lo que no puede ser en un país que se tiene por democrático es emplear ese asunto como arma arrojadiza y factor de enfrentamiento político. El Parlamento de Cataluña está haciendo política nacionalista con la tauromaquia, y se olvida de los bou embolat (toros embolados), costumbre muy autóctona de los países catalanoparlantes, en las que el animal también sufre. Pero como es una tradición muy catalana, ni siquiera se pone en tela de juicio.
a-embolat[1].jpgEn el otro lado del ring, Esperanza Aguirre y Francisco Camps declaran los toros como Bien de Interés Cultural, otra utilización política. El PP se manifiesta a favor de los toros, pero esto es ahora, porque la ley canaria que prohíbe las corridas de toros en nuestras Islas tiene su origen en una propuesta de Pérez-Camacho, diputado regional del PP (ahora hay guerra interna y lo mismo se declara pro-taurino para fastidiar). Y una y otra parte están diciendo burradas, tonterías y disparates que no se sotienen.
Los otros partidos se comportan según y dónde, y es que España se partió en dos hace siglos y una y otra vez regurgita ese cainismo destructivo (el que no piense como yo es un imbécil, y lo que es peor, mi enemigo). Si el fútbol, en lugar de haber sido inventado por los ingleses, hubiera nacido en Madrid, hoy el Parlamento catalán estaría estudiando la posibilidad de prohibirlo en Cataluña y se estarían haciendo gestiones para disolver el Barça. Supongo que en el Camp Nou se harían magníficos espectáculos de Els Comediants, con toros embolados; y si los garbanzos sólo se cultivasen en Cataluña, el cocido no sería el plato señero de Madrid. Recordando el consenso de la Transición, tiendo a pensar que entonces los políticos españoles se volvieron locos, porque es la segunda vez en quinientos años que tiran todos en la misma dirección, mirando por el interés general de España; la primera fue cuando el país entero, de Cádiz a Zaragoza y de Madrid a Gerona, se levantó en armas contra los franceses, pero de eso hace ya doscientos años.