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Es 15 de marzo y advierto

En marzo del año pasado hablé aquí mismo de los idus de marzo, fecha romana que se refiere al día 15 de dicho mes, hoy, recordando el asesinato de Julio César y advirtiendo a Zapatero para que tuviera cuidado. Ha pasado un año, a Zapatero le han crecido los enanos del circo y sólo se habla de lugares comunes, pura politiquería electoralista amplificada en los medios por los periodistas afines a los dos bandos dos.
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Zapatero sigue advertido con los idus de marzo, pero está claro que hay que extender la advertencia mucho más. Como el ciego de las escalinatas del Senado romano que advirtió a Julio César, también le digo a Rajoy que se cuide de lo que hace y dice, porque con su cruzada catastrofista, cuando gane las elecciones -si es que las gana- ya no quedará mucho estado que gobernar. Le advierto a Paulino Rivero de que esta duplicidad institucional que hay en Canarias, se podía aguantar en tiempos de bonanza, pero ahora es una sangría insoportable. Advierto a la UD Las Palmas y al Tenerife de que no bajen la guardia porque si no mal futuro para los dos equipos, y siguiendo con el fútbol advierto a Pellegrini para que aproveche los últimos coletazos de las rebajas y se compre un buen juego de maletas, porque, incluso ganando la liga, su suerte está echada. Y advierto a Guardiola, a quien de momento Messi le salva las espaldas, para que no se encuentre fuera de Europa dentro de unos días, como el Real Madrid.
Advierto a los peatones de que los grandes tiburones de las finanzas siguen ganando mucho dinero a costa del paro y con la coartada de la crisis. Y advierto, en fin, de que tratan de embaucarnos diciendo que en chino crisis y oportunidad se escriben igual. Es una oportunidad para los que tienen la sartén por el mango, y lo otro, por mucho que lo pregonen, es eso, un cuento chino.

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Avatar

Ha pasado casi una semana de los Oscars y la verdad es que se habla poco de ellos, más bien nada, seguramente porque este ha sido un año de poco brillo, a pesar de que parecía que Avatar iba a batir el famoso récord de Titánic, Ben-Hur y West side story. Pero no, porque con ser un dechado de tecnología no acaba de convencer como obra de ficción.
ajazz.JPGAvatar puede que pase a la historia por ser pionera en las nuevas técnicas, como The Toll of the Sea (1922), que fue la primera película en color, o The Jazz Singer (1927), que fue a su vez la primera en incorporar diálogos sonoros. Luego ha habido otros logros en el cine, como la perfección cromática del Technicolor, que fue realizada por primera vez al mismo tiempo en 1939 por dos grandes películas: Lo que el viento se llevó y El mago de Oz.
Avatar será como las dos primeras, quedará como un hito tecnológico pero nada más (y no es poco). Y puede incluso que tampoco, si no se generaliza el uso de las tres dimensiones, porque hubo otros sistemas muy impactantes en su época, como el Cinerama, en el que se realizaron en los años sesenta películas como La conquista del Oeste, que fueron rápidamente superados por otros sistemas. Si lo ideado por Cameron aguanta setenta años como el Technicolor, habrá entrado en la historia; de lo contrario, pasará como un intento más.
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La foto es de The jazz singer.

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Delibes: el último y el primero

Con la muerte de Miguel Delibes se cierra un ciclo importante de la novela española, la que empezó inmediatamente después de la guerra y llenó gran parte de la segunda mitad del siglo XX. Este ciclo se inauguró a principios de los años cuarenta con la novela Javier Mariño, de Torrente Ballester, La familia de Pascual Duarte, de Cela, Nada, de Carmen Laforet y se remachó a finales de esa misma década cuando Delibes se dio a conocer en el Premio Nadal con La sombra del ciprés es alargada. De esa época son también Agustín de Foxá y queda Ana María Matute, con una obra tal vez no suficientemente reconocida, lo mismo que ocurrió con otra gran escritora, Carmen Martín Gaite.
migueldelibes640480[1].jpgCarmen Laforet dejó muy pronto la presencia pública y Torrente fue apartado por sus ideas, aunque en su momento formó parte del grupo de intelectuales falangistas (Laín Entralgo, Ridruejo, Sánchez Mazas). De esta manera, el dúo Cela-Delibes se convirtió durante décadas en una especie de mano a mano, como siempre suele ocurrir en España: Joselito-Belmonte, Madrid-Barça… Fueron como el agua y el aceite, Cela ruidoso y prepotente, Delibes laborioso, callado y humilde, dejando que su obra fuese la que caminase.
Su larga lista de títulos son un acta de la forma de vida de un país atrasado, que él metía de equipaje y casi oculto en sus narraciones. Ironizaba sobre las flaquezas humanas, como sucede en El disputado voto del Señor Cayo o Mi idolatrado hijo Sisí, casi sin que se notase. Luego escribió una diatriba que ya es un clásico, Cinco horas con Mario, y su última novela, El hereje, para mí la mejor de todas, en la que por primera vez sale de lo cotidiano y construye una de las novelas histórica más serias que se han escrito en España en los últimos años. Don Miguel Delibes y sus laísmos castellanos han cerrado el escritorio. Descanse en paz, porque, además (y no es poco) fue un buen hombre y un escritor honesto con su escritura.