Hace unos días, se presentó Jesús Hombre, el libro de Ervigio Díaz Marrero, que es un autor muy interesante porque los títulos que nos ha dado siempre contienen un reto. De lo que no cabe duda es de que Ervigio es un autor atrevido, pues pasa del experimentalismo a la novela futuristas (que luego se hace realidad, lo que la convierte en profética), y de ahí a la poesía épica o al texto de reflexión.
En la presentación se dijeron cosas muy interesantes, ahora que el fanatismo religioso parace volver en todas las confesiones. Por ello propongo aquí un enlace con el texto que escibí para la ocasión y que allí se leyó, dedicado a un libro tan interesante como valiente. Este es el enlace ( Jesús Hombre.doc )con ese texto.
2 opiniones en “El libro de Ervigio Díaz Marrero”
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A Aristóteles se le ocurrió decir que lo imperfecto gira sin control alrededor de lo mejorado, y éste hace otro giro concéntico hasta llegar a la perfección, a la carencia de movimiento por innecesario. A eso le llamó Theos, Dios.
Jesús, a quien el epíteto «Nazareno» no le hace proceder necesariamente de la villa de Nazaret, fue quizá fue uno de los rabinos esenios que se rebelaron en Qum Ram, como Apolonio y Juan Bautista, y que como ellos, bendecía pan y vino para celebrar la Pascua Judía, condenando el sacrificio saduceo del Templo de Jerusalén. Y quizá por eso mismo, los saduceos pusieron tanto empeño en crucificarlo. Ahí, sólo ahí, tenemos la única noticia histórica acerca de Jesús, en Flavio Josefo, cuando señaló una fecha en la que crucificaron a un tal Cristo. No hay ni un sólo dato histórico más acerca de Jesús, cuyo nombre (Salvador) ya resulta sospechosamente simbólico para haber sido real.
Los seguidores de Jesús, los nazarenos, se dividieron pronto en tres clases: Judaizantes (Mateo), aperturistas (Marcos) y sofistas (Juan).
Saulo de Tarso fue educado por el gran rabino Gamaliel, y fue el creador del cristianismo que conocemos (Lucas, Hechos), divinizando a Jesús y haciéndole nada menos que resucitar. Su partido ganó todas las controversias posteriores, e Ireneo situó los escritos como hoy los conocemos (alrededor del 181 d. C.).
Kant decía que a Dios ni se le puede demostrar ni se le puede negar. Feuerbach fue quien dijo que Dios es sólo una proyección humana, que según Nietzche ha muerto.
Saramago es quien se atreve a decírselo a la curia lusa de forma insolente y magistral, pero no inédita.
Y yo, híbrido de cochino y becerro, suelo ponerme a decir estas boberías alguna vez. Quizá porque (de acuerdo contigo) fui necio y un día traté de hallar respuestas en las Escrituras.
(Perdón por el rollo.)
Desde hace mucho estoy con Kant, no niego la existencia de Dios, pero tampoco la afirmo. El agnosticismo es algo mucho más profundo d elo que muchos creen. No es un paso intermedio entre la creencia y el ateísm. Es… complicado.