Romancillo para quienes quieren quitar el Belén
tradición donde las haya
que algunos quieren romper
y van a quedarse en Babia
porque muchos siglos son
los que en la historia se marcan
y no creo que nadie pueda
hacerlos borrar del mapa.
Se han planteado quitar
el Belén y las campanas
porque dicen que son signos
de una fe determinada.
Si se mira con rigor
puede que razones haya,
pero es que la tradición
tiene la mano más larga
que religiones y leyes
y por eso desde el alba
en Navidad siempre es fiesta
porque el pueblo tiene ganas.
El Belén, si lo miramos,
es costumbre bien pagana,
universal porque indica
renacer, y la campana
es llamada de atención
porque la vida se pasa
de Navidad en Navidad
y un día va y se nos acaba.
El Belén seguirá puesto
porque es costumbre lejana,
una tradición de siglos
religiosa o pagana,
significa renacer
y es el pueblo quien lo manda.
Me ocurrió uno de estos días pasado, con el temporal de nieve en La Península. Abren el noticiario con imágenes nevadas de la catedral de Burgos, hacen varias conexiones calcadas en las que se decía que hacía frío aquí y allá, y luego llenaron los deportes con vueltas a la noria sobre la goleada del Madrid y el hexacampeonato del Barça. Al terminar que quedé igual pues ya sabía hasta el aburrimiento que hacía mucho frío, que el Madrid había metido seis goles dos días antes y que el Barça había ganado otra vez. ¿Para qué entonces los noticiarios? ¿Por qué se emperran tanto en las olas de frío y de calor si son habituales cada invierno y cada verano? ¿Será, como dice Pérez-Reverte, que nos hemos vuelto unos blandos? Debe ser eso, porque yo recuerdo una ola de calor de más de 40 grados en Las Palmas en una fecha concreta en 1976, he ido a las hemerotecas -sólo por comparar- y sólo aparecía en una esquinita dedicada al tiempo, donde debe estar, digo yo. Blandos, que nos hemos vuelto unos blandos.