Saramago y La Biblia
La Biblia ha sido siempre fuente de inspiración para los escritores, no en vano cada uno de sus personajes o historias conforman un conglomerado de mitos que pueblan el inconsciente colectivo de la cultura occidental. A veces los relatos se valen de La Biblia para hacer anclajes y crear ficciones, otras se agarran a sus míticas figuras para trasladarlas a nuestro tiempo, y otras veces, como ha hecho Saramago, se propone la reescritura del relato, moviendo como secuencia alternativa las consideraciones del autor. Lo ha hecho en su nuevo libro, Caín, como lo hiciera hace unos años con El Evangelio según Jesucristo, libro que por cierto fue el detonante de que el novelista se fuese a vivir a Lanzarote, dejando atrás su Portugal inquisitorial que renegaba de esa novela. Con Caín Saramago recrea un episodio importante de El Génesis, pero es simplemente una disculpa para crear un sistema de pensamiento en el que hace otra lectura de los mitos del Bien y del Mal. Muchos dirán que no se entiende cómo un ateo confeso vuelve una y otra vez sobre un libro religioso; pues porque La Biblia y el Cristianismo son dos factores que están en el origen de nuestra civilización judeocristiana, y uno de sus baluartes más significativos, La Iglesia Católica, no ha cesado en dos mil años de influir en la vida de las personas, sean o no creyentes. Por lo tanto, aunque Saramago no sea creyente, La Biblia le concierne.
Por otra parte, hay que decir que José Emilio Pacheco es desde hace décadas un clásico en vida, hasta el punto de que muchos lo daban por muerto si no miraban la fecha de nacimiento en la solapilla de sus libros. Ya sé que querían honrar al poeta por su 70 cumpleaños, pero si tocaba premiar a México podrían haberse acordado de Carlos Monsiváis, que tiene 71 y una obra intelectual digna heredera de la de Alfonso Reyes. Además, con José Emilio Pacheco este asunto llega al paroxismo, porque de no contar para nada, en media docena de años se los han dado todos. Está claro, el año que viene le cae el Príncipe de Asturias, el único que le falta en castellano.