Por mucho que controlemos las palabras, el inconsciente siempre está ahí, delatando lo que realmente pensamos. Otras veces, en su ingenuidad informativa, las palabras dicen exactamente lo contrario de lo que pretenden decir. Esto quedó demostrado, una vez más, ayer mismo:
El primer caso es el discurso de Obama al recibir el Nobel de la Paz. Dijo el Presidente norteamericano que para conseguir la paz a veces hace falta la guerra. Es una versión del viejo adagio latino «si vis pacem, para bellum» (si quieres la paz, prepara la guerra). Esta frase, que está manipulada para que suene mejor, como tantas otras expresiones históricas o populares, proviene del escritor romano Flavius Vegetius Renatus (Vegecio para los amigos), y contiene la esencia del Imperio Romano, y emparenta con la famosa expresión que ponen en boca del emperador Tiberio: «Me odian, pero me temen». Es decir, Obama sin darse cuenta (o dándosela) se autoproclama emperador, porque está dispuesto a imponer la paz aunque sea a punta de misil. Estoy convencido de que él no pretendía decir eso, y menos en el momento de recibir el Nobel de la Paz, pero lo ha dicho, y sus palabras lo delatan.
El otro caso se refiere a la petición que Cayo Lara, el líder de IU, hizo al Rey para que interviniera en el asunto de Aminatou Hadiar. En una carta firmada por el jefe de la Casa Real «considera que no es el momento oportuno para la realización de gestiones complementarias por parte de su Majestad». Y se produce la paradoja de que, aunque la carta niega la intervención real, el hecho mismo de enviarla significa que está interviniendo, porque se muestra dispuesto a hacerlo siempre que el Gobierno lo considere oportuno. Es decir, hay un mensaje subliminal que viene a decir que puede entrar en escena en cualquier momento. Y aunque no haga más movimientos, ya ha intervenido, cosa que no me parece mal, porque digo yo que la Jefatura del Estado debe servir para algo.
Pues ya ven cómo las palabras delatan o contradicen fuera de la voluntad de quien las usan.
Un comentario en “Las palabras delatan y contradicen”
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Ya que te pones con los latinajos, les viene bien a todos ellos (incluyendo la ladina manionbra de IU), aquello de:
Excusatio non petita, accusatio manifesta.
Saludos.