¡Huy lo que han dicho en Estrasburgo!
La Corte de Derechos Humanos de Estrasburgo dice en una sentencia que la presencia de crucifijos en las aulas supone una violación del derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones y una violación de la libertad religiosa de los alumnos. ¡Ay mi madre, lo que ha dicho!
La cruz no fue un símbolo cristiano desde el principio, pues los primeros cristianos tenían como símbolo el pez (San Pedro era pescador), y así aparece grabado en los primeros textos y en las paredes de las catacumbas romanas. Más tarde se adoptaron otros, como el Crismón, que aún aparece en los escudos vaticanos, y finalmente la cruz de forma obligatoria.
Entre la leyenda y la historia se narra que el emperador Constantino el Grande tuvo una visión antes de una batalla en el puente Milvio. Vio una cruz contra el sol y luego soñó que ese debía ser su estandarte porque una voz (otros dicen que una leyenda escrita entre las nubes de su sueño) le dijo que con aquel signo vencería. Venció y declaró el cristianismo como religión oficial del imperio. Esto es muy largo porque lo cierto es que ya el cristianismo era la religión mayoritaria en Roma, que pasó de ser perseguida a ser obligatoria.
Y de ahí viene todo, se impone el cristianismo y no seguir ese credo podía costar incluso la vida. Y siempre es lo mismo cuando las religiones se convierten en instrumentos de poder. La jerarquía eclesiástica siempre tiene cara de reproche y sólo está contenta cuando controla el poder. Independientemente de que el libro sea bueno o malo, lo cierto es que desde que apareció El Código Da Vinci la Iglesia parece más cabreada todavía, y en España la tenemos en la calle con obispos encabezando manifestaciones. Tampoco va a gustarles la película de Amenábar. Y una sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo no es una ocurrencia de barra de bar, es un hito histórico porque es la primera vez que una institución democrática de la vieja Europa hace un dictamen contrario a la opinión del Vaticano. No se trata de ninguna persecución (que será como la venderán en las homilías y en los medios), es un paso fundamental a favor de la libertad individual, también de los católicos, a los que se les protege en su credo, que es libre pero que nunca debe ser impuesto.