Honduras y la confusión latinoamericana

Ha vuelto a suceder. Esta vez es Honduras, donde se rompe el proceso democrático bajo una disculpa constitucional, que no deja de ser una faramalla para justificar lo que es claramente un golpe de estado, aunque se anden con circunloquios para no poner claramente la expresión.
Honduras.svg[1].JPGAsombra con qué naturalidad el ejército, los jueces y hasta el pito del sereno se sienten legitimados para quitar y poner regímenes políticos en Centroamérica. No tienen ningún pudor, se trata claramente de una lucha por el poder, aunque está claro que el destituido presidente Zelaya buscaba un manera de perpetuarse en el poder por las urnas, pero lo cierto es que fue elegido democráticamente. Este es un asunto muy confuso en algunos países de América Latina, en los que llegan al poder líderes de izquierda con el voto ciudadano y luego quieren quedarse para siempre. La cuestión es compleja, porque nadie puede discutir que fueron elegidos en las urnas, pero luego tampoco está claro qué se hace con ese poder.
La derecha latinoamericana tampoco es de fiar cuando se erige en adalid de la democracia, pensemos en el PRI o en el peronismo, y el caso es que Zelaya tampoco era un dechado de virtudes democráticas, pero había sido elegido democráticamente, y, salvo el Parlamento en los supuestos graves recogidos en su constitución, nadie tiene poder para quitar y poner presidentes, ni la judicatura, ni el ejército, ni la Iglesia… Lo dicho: un golpe de estado.

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