Hace falta una democracia plena

El 15 de junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones generales después de aquellas de febrero de 1936 que no fueron del gusto de la derecha reaccionaria. 41 años de silencio democrático se rompió a medias, y digo a medias porque en aquellas elecciones se elegían diputados y senadores, pero 50 de estos no fueron fruto de las urnas, sino de designación por parte del Rey, y así tuvimos que tragarnos a personajes tan pintorescos (es por no visitar los juzgados) como Camilo José Cela.
Aquel Parlamento fue el que en menos de año y medio redactó la Constitución actual, que fue algo bueno comparado con lo que había, pero que, a mi parecer llevaba incorporados algunos mecanismos que finalmente sirven para perpetuar las escalas del poder. Enumero algunos de ellos:
cd.jpgImpone la monarquía como forma de Jefatura del Estado, en un mismo paquete, sin posibilidad de separar este punto de lo demás.
Habla de igualdad y no discriminación, y en el artículo 57.1 dice que el varón tendrá precedencia a la mujer en el acceso a la Corona.
Da a los partidos políticos un poder casi omnímodo, y no se cuida de la democracia interna de los mismos, ni especifica el modo de hacer las listas electorales, con lo que los partidos hacen y deshacen a su antojo y al votante no le queda otra que aceptar o rechazar una lista cerrada. Se puede cambiar, pero a los partidos no les interesa porque perderían uno de los pilares de su poder.
Cualquier constitución es reformable por una mayoría cualificada de un parlamento, bien cambiando el articulado o añadiendo enmiendas finales. La nuestra, para ser reformada, lleva cuatro pasos: aprobación por una mayoría de dos tercios de las cámaras, disolución de las Cortes y convocatoria de nuevas elecciones, ratificación por una mayoría de dos tercios de las nuevas cámaras salidas de las elecciones y, finalmente, sometimiento a un referéndum. Lo que se consigue con tantas trabas es hacer muy difícil el proceso de reforma, y si este saliera adelante será con el acuerdo de la mayor parte del Parlamento -los partidos políticos-, que ya se cuidarán de mantener ese poder que tienen. Tanta prevención es en realidad un mecanismo inmovilista.
Por lo tanto, está claro que hay una democracia, pero muy limitada, de manera que se ha profesionalizado y está controlada en todo momento por las clases dirigentes. A estas alturas, la Constitución de 1978 es un dique mínimo, pero habría que avanzar hacia aires nuevos y más abiertos, y si los partidos políticos sirven al interés general debieran reformarla sin demora, que cuando les conviene son muy rápidos y eficaces.
Y podría seguir, pero para muestra, unos pocos botones. De todas formas, el 15 de junio simboliza el final de la dictadura casi más que la propia Constitución. Entonces al menos había esperanza en la política.

2 opiniones en “Hace falta una democracia plena”

  1. … y elegir directamente al poder judicial en elecciones. Aparte de eliminar al senado y… ya estaríamos casi de acuerdo, amigo Emilio. Saludos.
    (Por cierto, aquellas elecciones fueron las más libres, las más bullangueras, las más ilusionantes, en definitiva, que todo se fue acallando después. Quizá porque no se quería sino respaldar sus ideas y no tanto las del pueblo, ¿podría ser así?)

  2. Me apunto a la reforma, para mi hay tres o cuatro cosas imprescindibles:
    Convertir al Senado en una Cámara Territorial efectiva consolidandonos como un estado federal.
    Separar efectivamente el poder judicial, sometiéndolo directamente a elecciones.
    Aumentar la Participacion de los Ciudadanos en el día a día.
    Y por supuesto eliminar ese arcaico sistema de modificación de la Constitución.

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