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Las tertulias las carga el diablo

La tertulia estaba en su apogeo cuando me incorporé a la mesa. Uno de los contertulios hablaba maravillas de algo o de alguien:
-Es el soberano máximo de su tiempo.
alejandro.JPG-Por supuesto -añadió otro- es el Napoleón de la antigüedad.
-El Felipe II creador de una civilización -intervino un tercero.
-Fundador de un imperio, no lo olvides -recalcó el anterior.
-Un estratega único, el Gran Duque de Alba de su época -remachó otro.
-Y por si fuera poco, le llamaban el Magno -dijo triunfante el primero de todos.
Uno de ellos se me quedó mirando, porque yo no había dicho nada, y me preguntó:
-Es que tú no tienes nada que decir?
-Hombre yo… -titubeé- ya que han dicho soberano, Napoleón, Felipe II, fundador, Gran Duque de Alba, Magno… supongo que hablan de coñac.
Se molestaron porque por lo visto estaban hablando de un tal Alejando de Macedonia, más conocido por Alejandro Magno, y ya se enfurecieron cuando yo aporté:
-Y qué guapa era su esposa, la reina doña Marie Brizard.
Si se creían que yo iba a quedarme atrás van listos. Y eso que nada hay peor que llegar tarde a la fiesta, pero así y todo a mí no me callan.
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La foto es una vista de Alejandría desde el Paseo de Tomás Morales.

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La vida, el viaje, el camino

La vida como viaje es un recurso muy habitual en la literatura y el arte en general. Muchos son los libros que se han escrito con el transitar como argumento definitivos, desde el gran viaje de Ulises en su regreso a Itaca hasta el incombustible Don Quijote, haciendo el camino en un esquelético caballo. Porque al final todo es un viaje a ninguna parte, y al decir esto me acuerdo de una novela y una película con el mismo título que es hoy referente del cine español (no sé por qué no de la literatura).
cemento.JPGEntiendo entonces que lo importante es el camino, porque el punto de salida da igual y el de destino lo desconocemos, aunque creamos que vamos hacia algún sitio. Siempre llegamos a otro, que no es el fin, porque el camino no acaba. Alguien dijo que, cuando un ser humano siente que ha hecho todo su camino, ha llega el fin, aunque físicamente esté entero. Se morirá por decreto.
Ya dijo Machado que se hace camino al andar, que el lo mismo que luego dijo Lennon cuando afirmó que la vida es lo que nos pasa mientras hacemos otros proyectos. Dice el viejo adagio que todos los caminos conducen a Roma, usando la ciudad del imperio como metáfora del destino final de la vida. Porque la vida es el ensayo general de una obra que nunca se representará.

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Euskadi o la tristeza mediática

Madrid es la capital de España y en su comunidad viven cinco millones de personas. Al estar allí el Gobierno, el Parlamento, las sedes de los grandes medios y las grandes corporaciones, es normal que tenga gran atención mediática. Cataluña y Andalucía son grandes comunidades, con más de ocho millones de habitantes cada una, y es natural que, por sus dimensiones también estén en el centro de la actualidad.
ikurriña].JPGLo que ya me tiene hasta las narices es la presencia machacona de Euskadi, una comunidad similar a Canarias, pues tiene los mismos habitantes y 300 kilómetros menos que nuestro archipiélago. En territorio es como Canarias si le quitamos La Gomera. Pues ese territorio tan pequeño (el 1,4% del estado, Canarias el 1,5%) y con el 5% aproximado de población, como Canarias, nos tiene en vilo desde hace cincuenta años. De Galicia sabemos cuando hay elecciones, de Asturias cuando se falla los Premios Príncipe de Asturias, de Baleares cuando veranea la familia real, de Aragón cuando hay Expo en Zaragoza y de Extremadura, Murcia, La Rioja y las dos Castillas casi nunca sabemos nada. De Valencia sabemos algo más porque tiene su importancia.
Y ya estoy harto de que un territorio tan diminuto con una población tan escasa proporcionalmente nos marque la agenda una y otra vez, en los medios, en el Parlamento, en las campañas electorales y hasta en las finales de fútbol. Es triste pensar que es el miedo lo que determina este fenómeno, y estoy también cansado de tener miedo.