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¿Todavía andamos por ahí?

DSCN1350.JPGAlbano se cubierto de gloria con sus declaraciones sobre los homosexuales. Ya habíamos tenido algunos detalles de su conservadurismo radical, que curiosamente se ha disfrazado durante años detrás de su ex-esposa, aquella Romina Power que en el umbral de los años setenta puso el mundo patas arriba protagonizando una película tan polémica como Las trompetas del Apocalipsis. Y ambos, Romina y Al Bano, predicaron la libertad durante décadas.
Por su parte, Victoria Beckam ha hablado, porque por lo visto sabe hablar. Que sea o no gay virtual me da lo mismo, allá ella, lo que sí me gustaría, ya que hace declaraciones tan explosivas, que se aclarase, porque me da que tanto culto a su propia imagen le ha vaciado el cerebro, hasta el punto de que, leyendo lo que dice, no sé si es gay, y si lo es no sé qué pinta casada con el futbolista más deseado por las mujeres. Ah, ya la imagen.
¡Ay, Victoria! ¡Ay Albano! ¡Qué dos!

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Updike y la novela americana

John Updike (1932-2009) ha sido probablemente el escritor más peculiar y diverso de la actual literatura norteamericana, especialmente de la novela. Ganador de los dos premios más prestigioso en lengua inglesa, el National Book Award y dos veces el Pulitzer, reúne en su trayectoria incontables premios, si acaso igualado o tal vez superado solamente por Philip Roth, con quien le ha tocado competir desde el inicio de ambos en los escaparates de las librerías hace más de medio siglo.
Es indudable que estamos asistiendo a la extinción de un gigante de la novela, representante genuino de la gran novela americana, que hereda rápidamente de la Generación Perdida, se nutre de modernistas tardíos como el ruso aclimatado al inglés de Estados Unidos Vladimir Nabokov, bebe del nouveau román francés y convive con la Generación Beat, una tropa de iconoclastas con William S. Burroughs como capitán de cuartel a las órdenes del capitán general, el impagable Jack Kerouac.
JohnU].jpgY todo eso a la vez, de manera que a los escritores que empiezan a publicar en los años cincuenta los coge entre varios fuegos, y así, por ejemplo, J. D. Salinger toma el camino visionario, Roth el hiperrrelismo, la novelista Joyce Carol Oates el costumbrismo crítico y Norman Mailler y Truman Capote el periodismo como fuente de narración literaria. ¿Qué hace Updike? Los toma todos, pues participa del fin de la modernidad, se sumerge en lo irracional, se aventura en la experimentación, se vale de artes periodísticas o critica duramente a la sociedad media de su país. ¿Pero se puede ser visionario, hiperrealista, crítico, postmodernista y todo lo demás a la vez? Sólo hay una manera, ser realista.
Y eso es lo que esencialmente ha sido durante toda su trayectoria John Updike. El Realismo, y su hermano el naturalismo provienen de la segunda mitad del siglo XIX, como reacción a lo que ellos consideraban desmanes de verosimilitud del romanticismo. Metidos en la primera mitad del siglo XX, el realismo sufrió una caída en su prestigio, y las vanguardias lo anatematizaron como si se tratase de algo periclitado y sin futuro. Pero se olvidaron de que en el sustrato del realismo estaban Melville, Galdós, Tolstoi, Flaubert, Dostoievski y hasta el romántico Edgar Allan Poe, que cimenta su grandeza en la innovación sobre los pilares del realismo.
En todo el siglo XX ha habido terremotos en la literatura, y en lo que se refiere a la novela siempre salió de ellos fortalecida. Por eso hubo un Hemingway y un Steinbeck. Faulkner, por ejemplo, aportó muy poco a la novela y muchísimo a la literatura. Es decir, no fue un gran contador de historias, pero introdujo en el género una manera de hacer que ha influido positivamente después. Y lo mismo puede decirse de Joyce, del mentado Kerouac o de un dislocado como Borges, que sin haber escrito nunca una novela es uno de los narradores que más ha influido en nuestra lengua en la segunda mitad de la pasada centuria.
Updike tuvo el instinto de saber todo esto desde su primera novela, y sus incursiones en lo mágico, en lo fantástico o en lo experimental nunca pierden de vista el realismo, porque finalmente es un realista, como la mayor parte de los grandes novelistas de los dos últimos siglos. Se me dirá que autores como Ramón Gómez de la Serna aportaron mucho a la novela española; y yo digo que sí, que escritores como él son generadores de caminos, pero su propia obra carece de la autonomía de las que utilizan la perspectiva realista.
Lo mismo que los Oscars de cine tienen preferencia por películas, actores y actrices que tratan temas de discapacitados, minorías o personajes raros (homosexuales, sordomudos o el incalificable Forrest Gump) la novela americana se sostiene en las últimas décadas esencialmente en las minorías, en la que afroamericanos, judíos, mujeres o inmigrantes de otras culturas se apoderan de los escaparates. Si de raros hablamos, Salinger y David Foster Wallace son el paradigma.
Sin embargo, como bien señalara el novelista mexicano Carlos Fuentes, gran conocedor de la cultura norteamericana, John Updike, junto a Norman Mailler, es toda una sinfonía de normalidades: blanco, varón, heterosexual, anglosajón y cristiano. Es tan «normal» que viene a resultar una rareza, en medio del poderío literario y editorial de autores procedentes de minorías como Philip Roth, Tony Morrisson, Joyce Carol Oates, Don Delillo, Paul Auster…
Por otra parte, es un ejemplo de que la cantidad y la calidad pueden ir unidas. Pocos autores norteamericanos han publicado tantos libros como Updike (más de cincuenta) y sin embargo cada uno de ellos es importante, hasta el punto de que Margaret Atwood, la gran escritora canadiense que tiene también un supremo prestigio como estudiosa de la literatura en inglés, ha dicho de Updike: «Pocos escritores publican tanto y tan bueno durante tanto tiempo».
La muerte de John Updike decapita a la gran novela americana de las últimas cinco décadas, que lo ha tenido como cabeza de serie junto a Mailler y Roth. Mailler murió el año pasado, y Roth queda liderando en solitario una novelística de un vigor inagotable en dos centurias. Y es buen capitán, pues no en vano A. O. Scott, uno de los más prestigiosos críticos de la no menos cenital publicación The New York Times Book Review lo tiene por el mejor novelista americano de los últimos 25 años. Si se refiriera a los últimos 50 tendría que meter también a Updike.
Y para variar, otro de los indiscutibles se va sin el Nobel, lo cual nos sirve para desmitificar los premios porque no sé si Pamuk o Le Clezio aguantarán, pero dentro de cien años se seguirá leyendo a John Updike.
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(Este trabajo fue publicado ayer, 4 de febrero en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7)

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Nueva entrega de Episodios Insulares

Hace menos de veinte años, la literatura infantil y juvenil era en Canarias un páramo. Los títulos publicados por autores de esta tierra se contaban con los dedos de una mano, y, según se mire, a veces sobraban dedos. En los colegios e institutos se usaban para el tramo juvenil libros como Faycán, de Víctor Doreste, o El collar de caracoles, de Félix Casanova de Ayala. En el tramo infantil, apenas nada.
ei.JPGFue el impulso que dio a este sector la creación de la Biblioteca Infantil Canaria (1992) lo que puso en órbita a los autores y editoriales. Se tuvo conciencia de que escribir para niños no era ser un escritor de segunda, y hoy podemos hablar de más de una docena de colecciones y más de cien títulos en el mercado.
Hoy se presentan dos nuevos libros de la colección Episodios Insulares en la Sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Las Palmas. Estos libros están firmados por Isabel Medina y Daniel Martín, con ilustraciones de Pepe Socorro. Es esta una colección interesantísima pues crea ficciones alrededor de hechos importantes de la historia de Canarias, dando vida a un corpus que se mira en el reflejo de Galdós, y por ello se llama Episodios Insulares.
El esfuerzo que hace Cam Ediciones es importante, porque junta literatura con conocimiento de nuestra historia, y en este proyecto participan nombre consagrados de nuestra literatura y otros que llegan con fuerza y talento, y que se internan por primera vez en este tipo de literatura. Creo que es un proyecto que hemos de apoyar todos.