El próximo 21 de febrero se celebra el Día de las Letra Canarias, que es un invento que se puso en marcha hace unos años para tratar de dignificar nuestra literatura. A la hora de asignar un día hubo los problemas de siempre derivados del insularismo, porque había que buscar una fecha relacionada con una de nuestras glorias literarias, como se hace con el Día del Libro en el aniversario de la muerte de Cervantes.
Uno piensa a botepronto y está claro: Galdós, y situar este día bien en el nacimiento (10 de mayo), porque hacerlo en el de la muerte (4 de enero) coge en medio de las fiestas navideñas y se pierde entre tanta cabalgata. Pero Galdós tenía un problema: nació en Las Palmas de Gran Canaria, e importa poco que sea una gloria literaria en nuestra lengua y, con diferencia, el autor más importante que ha dado Canarias en toda su historia. Yo me pregunto si algo tan evidente se habría puesto en duda si Galdós hubiera nacido ya saben dónde.
Pues nada, Galdós quedó aparcado, porque según parece es cosa del Cabildo de Gran Canaria y nada más. Había que buscar otro grande, y desde luego José Viera y Clavijo lo es, aunque eso también es cuestión de opiniones, pero Viera tenía una ventaja tremenda: nació en Tenerife y tuvo su mayor actividad en Gran Canaria, donde murió y fue enterrado en la catedral de Santa Ana. ¡Eureka! ¡Ya lo tenemos!
Viera murió un 21 de febrero, y el primer año se dedicó este día a su figura. Pensábamos que una fecha así era para dar bombo a nuestras letras, acercarlas a la gente, mover nuestra literatura, pero resulta que el asunto se ciñe cada año a una ofrenda floral muy de políticos y poco más. Ya que es el Día de las Letras, se podría ensalzar lo hecho el último año, dar un premio (no importa su cuantía) a distintos géneros, similar a lo que son los Premios Nacionales de Narrativa, Poesía, Teatro y Ensayo, y hacer que suene la literatura de esta tierra.
Pero no, todo gira en torno a una figura del pasado, que está muy bien porque también hay que rescatar a los clásicos. Es una lástima gastar tanta pólvora en salvas, porque siempre hay una manera de dar a conocer lo que se está haciendo en Canarias, precisamente ahora que la creación literaria pasa por unos momentos de gran fecundidad.
Pero aquí somos tacaños y desvalorizamos todo lo que tocamos. Por ejemplo, el Premio Canarias (y esto pasa en todas las modalidades). Se da un Premio Canarias de Literatura cada tres años, porque por lo visto existe la idea de que darlo anualmente le quitaría valor. Comunidades autónomas de una sola provincia y menos habitantes que la nuestra (Cantabria, Asturias, La Rioja, Murcia, Navarra) otorgan cada año un galardón en cada modalidad, porque premian lo que tienen y así estimulan a los creadores. Aquí no, y no sólo se da cada tres años, sino que encima es indivisible y en una convocatoria no se puede premiar a dos o tres. De este modo, conozco a una docena larga de autores y autoras, con obra digna de un Premio Canarias, que pasan de los sesenta años, e incluso más, de manera que, si los premiamos cada tres años, al último le corresponderá cuando tenga ciento diez años. Y aquí la gente se muere antes, salvo los ilustres, admirados y venerables don José Miguel Alzola, y doña María Rosa Alonso, a quienes deseo una aún más larga y fructífera vida.
Pero volvamos al Día de la Letras Canarias. Se dedica este año a la escritora Mercedes Pinto, y digo yo que se podría aprovechar para recordar que hay muchas mujeres en nuestra literatura. Unas se han ido pero su obra es importante; otras siguen aquí, y algunas llevan años y obra para que nos ocupemos de ellas. Me acuerdo de carrerilla de Elsa López, de Cecilia Domínguez, de Ana María Fagundo…
Claro que Mercedes Pinto merece que la recordemos, porque a su faceta literaria une su espíritu pionero. Baste recordar el título de la conferencia que dio en Madrid siendo veinteañera: «El divorcio como medida higiénica». Se armó tal revuelo en plena dictadura de Primo de Rivera, que Mercedes Pinto tuvo que irse de España, y dejó una huella profunda en Latinoamérica, especialmente en Uruguay y México. Fue sin duda una gran mujer, un ariete de la lucha por la igualdad y por lo tanto una escritora que merece todo el respeto y todos los elogios.
Como ven, no me parece mal que se dedique el Día de la Letras a una autora indiscutible como Mercedes Pinto, lo que no me parece bien es que ese día se circunscriba solo a eso. Una idea que hemos comentado y que es factible, hermosa y barata es que se lea públicamente durante unas cuantas horas una obra canaria por parte de muchas personas. Lo que se hace el 23 de abril con El Quijote podría hacerse cada año con libros nuestros que forman parte de nuestra cultura; se me ocurren Mararía, de Rafael Arozarena, La isla y los demonios, de Carmen Laforet… Y libros de autores vivos, que algunos hay por ahí que escriben bien, aunque nunca recibirán el Premio Canarias porque no llegarán a tiempo.
Pero me temo que predico en el desierto, porque el 21 de febrero es un sábado en el que, metidos en carnavales, apenas habrá tiempo para ir a ponerle una corona a Viera. Pues que siga el carnaval.
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(Este trabajo se publicó en el suplemento Pleamar de la edición impresa del día de ayer de Canarias7)