Los Reyes Magos

Las fiestas navideñas, la famosa quincena del amor, es por el contrario la época del año en que se notan más las diferencias sociales. La temporada festiva tiene su colofón en el día de Reyes, cuando los niños madrugan para ver si los magos de Oriente les han puesto todos los regalos que han pedido. Hay muchas familias sin trabajo, sin seguro de desempleo y hasta sin techo, pero la televisión llega a todas partes, no sé cómo.
rodin-auguste-haende-1163633[1].jpgLos niños que apenas pueden comer porque esta sociedad ha devorado las ilusiones de sus padres, esperan que Melchor, el generoso rey capitalista, Gaspar, el pelirrojo y tacañón mago que no da mucho para que haya para todos, o Baltasar, el rey que representa a los marginados de Occidente, se acuerden de ellos. Es entonces cuando sienten el terrible dolor de la pobreza; si los Reyes Magos proceden de lugares del Tercer Mundo, podrían vivir en cualquier barrio de nuestro cinturón urbano.
Durante años, escribí cartas a los Reyes, pero no volveré a hacerlo porque ya es tarde para que se haga realidad ese sueño que, como todos, tuve cuando era importante que se cumpliese; ahora ya casi es mejor que no se cumpla, porque las cosas a destiempo vienen envueltas en un celofán amargo y burlesco. Nada espero de los magos de Oriente, porque ya sé quiénes son. De quiénes sí espero es de los seres humanos. Hoy quiero esas cosas tan manidas que suenan cursis; resumiendo ingenuamente, quiero que cesen de una vez la injusticia y el sufrimiento. Si algo o todo se hace realidad, será por el empeño y la obra de personas honestas, coherentes y realistas, no de cruzados mágicos. Por eso nada pido a los Reyes Magos; es que me dan grima los falsos profetas.
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(Las manos de la foto fueron esculpidas por Auguste Rodin)

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