«La sangre engendra sangre como el perro engendra el perro» dice una página de un libro que es sagrado para tres religiones, porque Jesucristo no es sólo un referente cristiano, también es un profeta para judíos y musulmanes, y al final coinciden todos los que defienden que la guerra nunca es la solución, desde Gandhi a Luther King, desde Monseñor Romero al propio Cristo, valedores de la palabra que fueron abatidos por ese odio engendrado que todo lo alcanza.
No hay palabras en los diccionarios de ninguna lengua para nombrar lo que está sucediendo en Gaza. No quiero entrar en si fue primero el huevo o la gallina, sólo creo que la palabra, engendradora de pensamiento, podrá poner cordura en tanto desvarío. Y hay posiciones diversas, matices distintos, sea en medios locales, estatales o extranjeros. Al final, son las palabras, el odio nunca ganará ninguna guerra, y menos la de la paz.
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