Hoy, primer martes después del primer lunes de noviembre (mira que son enredadores los yanquis), es el día en el que una aparte del planeta decide quién dirigira los destinos que influirán en todos nosotros durante los próximos cuatro años. Las elecciones norteamericanas siempre han llamado mucho la atención fuera, por la importancia que tienen para el resto del mundo y porque los americanos se lo montan todo en plan espactacular, desde Los Oscars hasta el Derby de Kentuky.
Parece que Obama tiene ventaja, pero no hay que fiarse demasiado de las encuestas, pues ya pasó en 1948 que, con una situación estadística parecida, contra todo pronóstico ganó Truman. Luego siempre han ganado los favoritos, porque ni Gore ni Kerry fueron favoritos ante Bush, pues llegaron a las urnas con empate técnico. Luego está el reparto de victorias por Estados, y en la mayoría, el gana, aunque sea sólo por una papeleta, se lleva todos lo votos electorales. Es decir, que si se gana por poco en muchos Estados y el adversario arrasa en otros, pudiera suceder que el perdedor tenga más votos y sin embargo menos delegados. Por eso los porcentajes nacionales de las encuestas son engañosos.
Y luego están las estadísticas curiosas, que tan bien saben forzar los americanos. Siempre ha ganado el candidato más alto si ambos tienen el mismo color de pelo, y si tienen la misma talla gana el más gordo. Si tienen pelajes distintos, gana el rubio, y los calvos siempre pierden, salvo en el caso de Eisenhower. De manera que, leyendo las estadísticas de manera tan sesgada, se puede interpretar cualquier cosa. Por ejemplo, Obama es más alto, pero McCain es tan rubio…
La posible victoria de Obama tiene un gran significado para este tipo de estdísticas, porque hasta que ganó Kennedy hace casi medio siglo, ningún católico había ocupado la Casa Blanca. Ahora puede que lo haga un negro por primera vez. Faltan una mujer, un hispano y un homosexual conocido. Si cada uno de los pasos tarda medio siglo, ya pueden imaginar que la «normalización» llegará dentro de siglo y medio. Menos da una piedra.
2 opiniones en “El gran martes americano”
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Creo que incluso si gana McCain, la herencia de Bush Jr. ha sido tan nefasta, que ya procurará el republicano alejarse en algo de su predecesor. De todos modos, todo apunta a que ganará Obama, y me preocupa, ya que si bien creo que es de lejos el mejor candidato, también veo que hay un exceso de euforia en torno suyo. La gente no ya de EE.UU. sino de todo el mundo, ha abrazado su figura y en pocos meses es ya todo un icono. Pero… ¿un icono de qué? No olvidemos que por muy afroamericano que sea, Obama es un presidenciable estadounidense. Y eso quiere decir que está apoyado y sostenido por las elites y sometido a lobbys e intereses ocultos. Se habla de Obama en términos cuasimitológicos, y parece poco más o menos qe va a originar una revolución o algo así. Pero creo que nos tendremos que conformar si llega a ser una especie de Clinton 2.
Faltan también un heroinómano, un cocainómano y un chino para completar el puzzle disparatado y ridículo en el que han logrado convertir a nuestras sociedades. Claro, llegados a este punto o jugamos todos o rompemos la baraja.