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El sucio ombligo de Europa

Todavía seguimos incrédulos ante las muertes del accidente de Barajas. Tantos muertos y de un mismo lugar significan un shock social, y más en este caso, que parece que el destino escogió a gente joven y a personas que eran líderes sociales en sus ámbitos.
pie.jpgHa sido tan cruel, que parece haber repartido por todas partes, porque rara es la persona que no tenga referencias de alguno de los fallecidos. El funeral del día 17 no es un consuelo para las familias, pero sí lo es para la sociedad.
Ya que por desgracia lo hemos vivido tan de cerca, podemos imaginar el drama que es la inmigración en pateras y cayucos. Hace unos días murieron 14 personas de golpe, y podemos suponer que muchos eran familiares y provenían de la misma aldea. Nos podemos hacer una idea de la tragedia repetitiva que se vive en el vecino continente. Y la Unión Europea mirándose un ombligo cada vez más sucio, mientras enseña unos pies que nunca pisan la tierra, porque siempre hay alfombras de hipocresía.

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Sobre literatura

María Antonieta.jpgNo hay una definición consensuada sobre lo que es literatura, y nunca la habrá, y tampoco sabemos con certeza para qué sirve.
Hastiados de tanta comercialidad, tanto Ruiz Zafón y tanta Babelia, lo único que podemos decir es lo que nos gusta o lo que rechazamos, porque aportan algo a nuestras vidas o porque sencillamente son papel mojado antes de publicarse. Pero se publican libros tan inservibles como el último de Rosa Montero, que se vende como rosquillas con el apoyo mediático, pero que es el paradigma de cómo una buena idea y una buena historia se autodestruyen sencillamente porque quien escribe carece de los aperos necesarios para estructurarla o escribió con apuros porque ya le tocaba publicar.
Por el contrario, vuelvo a recomendar un clásico como la Biografía de María Antonieta, escrita por Stefan Zweig, y como siempre doy referencias de la revista La Mancha Literaria, que sí que hace aportaciones interesantes.

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El euro y los listillos

Los listillos se reían de los abuelos cuando estos decían que entrar en el euro no era bueno. Estar en la zona euro significaba -decían- tener cubiertas las espaldas para afrontar cualquier eventualidad. La peseta era una antigualla, y el euro la modernidad.
euro.jpgLa cosa empezó a torcerse de entrada, cuando nos vaciaron la cabeza con aquello del redondeo, que tenía que ver con los céntimos de euro. No hizo falta aplicarlo, porque rápidamente lo que se hizo al cobrar fue cambiar la moneda de veinte duros por la de euro, con lo que perdimos un porcentaje disparatado de poder adquisitivo.
Pero el euro era bueno, porque nos cubría las espaldas, y mira por dónde ahora resulta que estar en el euro va aser una dificultad para luchar contra la crisis, porque una de las medidas básicas en estos casos es devaluar la moneda, y España no puede. Los abuelos, que no son tontos, solían decir: «Si el euro es tam bueno, ¿por qué los ingleses siguen con su esterlina?» Pues eso, que ahora el euro es un muro infranqueable que resta capacidad de maniobra para afrontar la crisis.