Publicado el

Memoria

Dicen que no moriremos del todo mientras haya alguien que nos recuerde. Esto, por supuesto, no es ningún consuelo, porque, a la larga, todos seremos olvidados, porque no creo que nadie recuerde a un tatarabuelo suyo que murió mucho antes de que él naciera.
bandera.jpgPero sí hay que recordar a los muertos sociales, aquellos que fueron víctimas del odio, los que fueron eliminados por pensar distinto o simplemente aprovechando la situación para cerrar una venganza personal. Yo no sé si la Ley de Memoria Histórica tiene errores jurídicos, pero lo que está claro para mí es que había que hacer algo para rescatar nuestra memoria como sociedad, porque ya saben aquello de que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla.
Tampoco sé si la entrada del Juez Garzón en este asunto es técnicamente correcta o no. Eso es lo de menos, porque quienes arman ruido con estos argumentos lo que tratan es de desviar la atención del hecho central. Algunos usan la ley en su beneficio, pero cuando no les gusta se rasgan las vestiduras. Es tan simple como buscar a nuestros muertos y enterrarlos dignamente. Nada más, y eso es lo justo.

Publicado el

El temporal

Decía Erasmo de Rotherdam que nada hay tan arrogante como la ignorancia, y por ello, porque abomino profundamente de la arrogancia y soy un ignorante en meteorología, no quisiera parecer resabido desde mis nulos conocimientos técnicos en la materia. Valga este preámbulo como escudo, porque ni a mí ni a mucha gente nos sorprendió la ventolera de ayer por la tarde, y por lo visto sí que fue una sorpresa para la Agencia Estatal de Meteorología.
nw_i1x0c200[1].gifSegún mi abuela, la buena lluvia viene del norte o del nordeste, y como mucho del noroeste, aunque esto es raro. De Africa viene el siroco y de Cabo Verde el tiempo de Sur, que en las medianías llaman «El tirajanero», atemporalado y con abundantes lluvias, que es el que suele llenar las presas.
Desde primera hora, la vendedora del cupón de la ONCE de mi calle me anunció que se iba a armar una buena, que se lo había dicho su anciano padre, con no sé que historia del tiempo de poniente. «Dios nos libre del tiempo de poniente», solía decir mi abuela. Decía también que es muy difícil que suceda, ya que por lo visto son rescoldos de tormentas tropicales que vienen desde el Caribe. Eso me cuadra con la tristemente recordada «Delta».
Escuchar la palabra «poniente» despertó mi curiosidad; así que entré en Internet y vi el mapa y la foto del satélite. Alli se dibujaba una depresión que venía del oeste. Es decir, como para mí la palabra de mi abuela va a misa, blanco y en botella, leche: el padre de la lotera tenía razón. Y todavía no era mediodía cuando empezó el temporal. Por eso no puedo entender cómo es que un servicio dotado de sofisticados medios -no ya de predicción, que no son magos, sino de observación- decreta la alerta naranja ¡¡¡a las seis de la tarde!!! cuando el temporal llevaba horas haciendo daño. Releeré a Erasmo a ver si encuentro la respuesta.
Pido disculpas por mi arrogancia, propia de un ignorante en meteorología, pero es que esta se la debía a mi abuela, que acertó veinte años después de irse más allá de los temporales. No podía dejarla pasar.

Publicado el

La política no es una carrera

Antes me hacía preguntas sobre las personas que se ponía al frente de una idea colectiva y sacrificaban horas y lo que hiciera falta en pro de la comunidad. Ahora ya no me lo pregunto; sé que quienes se dedican a la política lo hacen -salvo contadísimas excepciones- para su crecimiento personal, hasta el punto de que ya es habitual que a esa dedicación la llamen «carrera».
gal2663-5[1].jpgY, a mi modo de ver, la política no es una carrera personal (hoy soy concejal, mañana director general, pasado consejero, diputado o lo que sea, siempre hacia arriba). Puede estar bien para quien lo disfruta, a pesar de que le eche horas (sarna con gusto no pica), pero a la comunidad lo que le importa es que la sociedad avance.
Sobre esto hay mucho que hablar, y hablaré, pero hoy me voy a ceñir a la declaración del Parlamento de Canarias en la que condena los editoriales del periódico «El Día». Como formalidad, está bien, pero en una sociedad que se dice democrática lo que tendría es que urgir a los poderes públicos a aplicar las leyes, y no alimentar con su tardanza el fuego del enfrentamiento. Y mientras, el mencionado periódico sigue haciendo victimismo de la peor calaña, arrogándose la representatividad de toda una isla. Para colmo, el presidente el Cabildo de Tenerife quiere que a la diócesis de Canarias la llamen de Las Palmas. Pues en Roma -no aquí- dicen que se llama Canariensis y Rubicensis. Así que tendrán que toparse con La Iglesia, aunque como les dé por tocar al Vaticano vuelven loco al Sacro Colegio Cardenalicio y al mismísimo Papa. Y si no, al tiempo.
(La foto es un fragmento de la publicada hace unos día por Canarias7, y es que me pareció en su magnificencia un símbolo de la grandeza que Gran Canaria lleva en el nombre)