Memoria
Dicen que no moriremos del todo mientras haya alguien que nos recuerde. Esto, por supuesto, no es ningún consuelo, porque, a la larga, todos seremos olvidados, porque no creo que nadie recuerde a un tatarabuelo suyo que murió mucho antes de que él naciera.
Pero sí hay que recordar a los muertos sociales, aquellos que fueron víctimas del odio, los que fueron eliminados por pensar distinto o simplemente aprovechando la situación para cerrar una venganza personal. Yo no sé si la Ley de Memoria Histórica tiene errores jurídicos, pero lo que está claro para mí es que había que hacer algo para rescatar nuestra memoria como sociedad, porque ya saben aquello de que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla.
Tampoco sé si la entrada del Juez Garzón en este asunto es técnicamente correcta o no. Eso es lo de menos, porque quienes arman ruido con estos argumentos lo que tratan es de desviar la atención del hecho central. Algunos usan la ley en su beneficio, pero cuando no les gusta se rasgan las vestiduras. Es tan simple como buscar a nuestros muertos y enterrarlos dignamente. Nada más, y eso es lo justo.