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La Rama

Agaete no es un lugar cualquiera, es posiblemente el pueblo más especial de todo el archipiélago. Alguien que conocí, y que no era nativo del pueblo, me decía que cuando muriese querría ser enterrado en Agaete, porque el Valle es lo que queda del Edén.
agaete.jpgTambién decía que el Cielo, si existe, tiene su puerta en Agaete, que para eso Dios ha puesto allí el dedo de roca que señala el camino. Hoy el dedo se ha roto, pero la roca sigue señalando al cielo. Decía este hombre no ser creyente porque no le cabía en la cabeza que Jesucristo naciera en Palestina; si de verdad era Dios, tenía que haber nacido en Agaete, que es el único lugar del mundo donde merece la pena pasar la aternidad.
Y en Agaete fue enterrado, aunque estoy seguro de que hoy se ha despertado con la diana, bailará La Rama hasta el puerto de Las Nieves y volverá a su descanso eterno (hasta el año que viene) después de la retreta. Y es que La Rama es una fiesta ancestral que hace levantar a los muertos. Y es que agosto significa Agaete.
(El Dedo de Dios ya no está, pero como si estuviera)

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El miedo

El miedo es connatural al ser humano, y por lo tanto es el causante de muchas de nuestras actitudes y acciones.
27.JPGTener miedo no es malo por definición, porque ese miedo nos hace ser cuidadosos, como indica la palabra meticuloso, que proviene del latinajo metus (miedo). Sin embargo, cuando actuamos influidos por el miedo las consecuencias pueden ser tremendas. Nada hay más peligroso que un jefe con miedo, porque es inseguro y habitualmente injusto. Cuando el miedo se enseñorea de los dirigentes políticos los resultados siempre son desatrosos. No se trata de ser temerarios o imprudentes, sino de tener firmeza, y en esto creo que los actuales dirigente europeos están haciendo el cenizo, y pagaremos -ya las estamos pagando- las consecuencias.
Como consejo, me remito a la sentencia popular de un payador pampeano:
«…Y ha de saber el mortal
con ocasión de un enredo
no tenerle miedo al miedo
que más miedo le va a dar…»

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Genios insufribles

Para serles sincero, no creo en más genios que en los que salen de las lámparas maravillosas de los cuentos de Las Mil y una noches.
lampara.jpgCreo en el talento, en la inteligencia, en la ituición y sobre todo en el trabajo. Es evidente que si hablamos de Leonardo Da Vinci o de Mozart enseguida sale a relucir la palabra genio. Pero no creo que ni estos lo fueran, y mucho menos cuando a un científico, artista o deportista que ha alcanzado grandes cimas por su talento y su trabajo se le corona como genio, aunque ya se ha vulgarizado el adjetivo genial -que yo también utilizo- para adornar algo sublime o incluso para asignarlo a una persona.
Otro lugar común que circula por ahí es que estos genios talentosos o como quiera llamárseles son unos sociópatas, gente de mal carácter que se vuelven insufribles para quienes conviven con ellos. Eso han dicho de Picasso, Beethoven, Einstein, Carusso o de Klaus Kinski. Yo no sé si eran insufribles, pero si lo eran tenía que ver con la soberbia, la prepotencia, la locura o que simplemente eran malas personas, aunque fueran grandes en lo suyo.